Hola, apreciados lectores y seguidores. Vamos a tratar en este post subsiguiente, los apartados que restaban del Capítulo I que, recordemos, lleva por título «La literatura científica de los problemas oníricos», y que se corresponde con la continuación de la primera parte del Volumen I de la presente edición Biblioteca Universal EMPÚRIES, donde trataremos de forma sintetizada su estudio pero, también, en lo que concierne al desarrollo teórico temático. Estos son los apartados correlativos siguientes, que van del 4 al 5, inclusive. Los que configuran los tres primeros apartados ya se han evaluado por mi parte, siguiendo rigurosamente el hilo conductor del libro, en la entrada anterior, tras una introducción preliminar reforzadora. Quedarían pendientes para otro post el 6, el 7 y el 8, así como terminar de desarrollar el 5.
OS DEJO AQUÍ EL ENLACE DE LOS POSTS I Y II:
Os lo facilito en los links, por si queréis revisarlo yendo por orden jerárquico. Estoy llevando un seguimiento secuencial de las diferentes partes temáticas, respetando dicha jerarquía original, en un intento por emular la rigurosidad científica al máximo posible.
Tened en cuenta que no es una traducción del libro, ni un corta-pega, pues sería un fraude hacerlo así, por parte de cualquiera que no sea traductor; realizo mi propio análisis, siguiendo la tónica general habitual en mi documentación, y siguiendo, del mismo modo, los requerimientos científicos y de contenido analítico que el propio Freud ha ido esgrimiendo con una razón de ser calculada, metódica y teórico-práctica que contiene criterio de verdad universal, integrador de leyes y certezas comprobadas, justo al momento de alcanzar a poder describir su propio método de interpretación de los sueños basado en su misma teoría y postulados psicoanalíticos. Su objetivo final, con su consiguiente objeto de estudio, es ofrecer otro campo de visión diferente, tras los trabajos preliminares de otros autores, tanto de la antigüedad, como recientes, relacionados con la literatura de los problemas oníricos, puesto todo ello, en atención al contexto histórico en que esta obra fue creada, con el fin de situar el análisis riguroso científico materialista bajo parámetros de investigación que cumplan el criterio de adentrarnos el lector, o lectores, en el mundo psíquico de los sueños, con posterioridad. Iré publicando más artículos.
Sigmund Freud, pretende ofrecer, según sus propias palabras, aunque no lo cite yo en un sentido literal, un entramado de estudio que refute -una vez inmersa la ciencia dentro de la fase de desarrollo del Psicoanálisis, no exento de cierto coste y esfuerzo de implantación, en aquel momento preciso- una visión opuesta, antagónica, con diferencia, del puramente criterio somático u orgánico, criterio que se corresponde con la vía ideológica asumida desde la psiquiatría, por aquel entonces, salvo unas pocas excepciones.
Freud ya gozaba de adeptos que apoyaban sus afirmaciones y tesis teóricas, no basadas en las hipótesis y experimentos observables ligados a la observación o autoobservación por los cinco sentidos, única y exclusivamente, si bien, no descartará, algunas veces, el método empírico para establecer una relación sinóptica del sueño unipersonal y por qué no experiencial, que adopta de sus propios avances médicos valiéndose de una casuística personal comparada derivada de los casos en que extrae ejemplificaciones de referencia procedentes de sus pacientes y también de su autoevaluación particular, a raíz de la muerte de su padre, teniendo que pasar por una fase de duelo. Y donde soñará una serie de sueños interesantes vinculándolos a su teoría. Dada la complejidad del contenido onírico, el material científico y su propia literatura en desarrollo, dados también los saltos evolutivos de la ciencia y del Psicoanálisis, como también, tomando en consideración, la profundización en dichas bases, se hace necesario subdividir este trabajo en varias publicaciones, lo mismo que por la prolija y vasta proliferación de la riqueza, tanto gnoseológica, como epistemológica o disciplinar.
VAYAMOS CON EL ANÁLISIS DE LOS APARTADOS CITADOS ANTERIORMENTE:
PERO QUIERO HACER UNA ALUSIÓN PREVIA, A MODO DE CONCLUSIÓN, RESPECTO DEL APARTADO 3, ANALIZADO EN EL ANTERIOR ARTICULO, DONDE NOS QUEDAMOS ENTONCES. CREO QUE ES UNA CONCLUSIÓN REPETIDA Y, NO OBSTANTE, CONSIDERO FIRMEMENTE QUE, A DIA DE HOY, PUEDO FORMULARLA UN TANTO MEJORADA, AL MENOS, QUE SE ENTIENDA SU CONCEPCION DE OTRO MODO MAS CLARIFICADOR.
¡¡CONCLUSION DEL APARTADO 3. DENOTA LA VIA DE INVESTIGACION MAS ENCAUSADA EN TIEMPO Y LUGAR, A TENOR DEL CONTEXTO HISTORICO Y SOCIO-POLÍTICO, ASÍ COMO LA REAFIRMACION DE OTRAS CONSIDERACIONES FINALES, EN ESE PUNTO, QUE SON CLAVES PARA CONTINUAR CON EL ANALISIS!!:
Muy lejos de las apariencias, Freud ya nos advierte que hay una variada e inusitada fuente de estímulos psíquicos a los que no se les espera tan solo efectuando una mera reproducción de lo soñado per se, esto es, de lo que él llamaría más tarde, el contenido manifiesto, ya que no es éste el vehículo canalizador del análisis que hay que hacer, sino otro más profundo y dinámico donde los estímulos sensoriales y anímicos, también los corporales no desgranan cómo funciona el aparato psicológico del durmiente, al menos, no a simple vista a través de la observación, la memoria y el recuerdo. Formarían parte del mundo o de la vida anímica, no siempre coincidente con la vida despierta, con la vigilia, teniendo un trasfondo difícil de interpretar. Luego comprenderemos el por qué de una manera causal.
El enigma, el misterio, la cábala que hay que descubrir no se encuentra en lo inmediato o manifiesto, aunque lo recordemos, a través de fragmentos, si bien, hay tesituras que abarcan elementos parcialmente esclarecedores pero que no tienen demasiado que ver con la psiquis sino con las emociones compuestas por estímulos de diverso tipo, como vimos. Una cosa no quita a la otra y, sin embargo no tiene por qué haber una relación directa entre tales premisas que no son aunables aunque se manifiesten ambas de distinta manera. Las ideas latentes son siempre subterfugias. Si no, subyacen mas adentro de nuestra conciencia sin ser capaces de distinguirlas ni saber motivos y causas; sus efectos pueden ser interpretados pero no así su etiología. Porque se encuentran en otro campo equidistante con las emociones exaltadas o reiteradas, aun cuando el sueño no se repita, o sí, la resultante parte del mismo enunciado propuesto.
Se le ha dado, por una parte una inflacionada importancia a los estímulos, sensoriales internos o subjetivos, a los externos y corporales, a la estimación del alma a través de las emociones y de los sentimientos. El problema que subyace es mucho más hondo, de hondo calado, sí, tanto, que haría falta una investigación detallada de dichos componentes psíquicos escondidos en lo más profundo de la mente por mucho que se hicieran experimentos interpretativos y reproductores de lo recordado tras despertar. Los estímulos psíquicos no tienen por qué mostrar una relación directa causa-efecto, es decir, no tienen por qué ser soñados con un lenguaje inteligible para nuestra conciencia aletargada y la Comunidad Científica reciente en el contexto en el que estamos se muestra bastante reacia a darles un valor intrínseco, que no dependerá, la mayoría de veces, de lo pensado o vivido el día anterior, o desde la cotidianeidad. Se corresponden con problemas no resueltos sin un trasfondo anímico momentáneo o utilitario.
Decíamos en el post anterior, que existe una línea ideológica en tiempos de Freud, un muro infranqueable no aceptado por la ciencia dentro de lo que Freud llama la literatura científica para responder a problemas demandados por la mente o las cogniciones más remotas; serían éstas, quizá, cuando interpelábamos a la infancia, lo que puede darnos las más veraces y resolutivas pistas de por dónde hay que ir dentro de la línea de tiempo una vez sometemos a comparativa nuestros intereses del día a día con el misterio de lo no resuelto y que busca discreción en sus manifestaciones.
¿Por qué el cerebro, desde el punto de vista de la neurociencia o neurología es un sector demandado por la ciencia epistemológica? No es precisamente el campo minado que nuestro psicoanalista busca en primer término, aun cuando sea neurólogo. Si hay diversas direcciones ambivalentes que no expresan el origen de lo onírico, de lo soñado, habría que interceder por otra metodología estructural que busque en nuestro inconsciente haciendo preguntas no asociadas con los estímulos externos e internos aparentes.
Así pues, todo aquello que suscite una independencia con respecto a la vida anímica, causa espanto o rechazo, como estrato independiente, porque lo desconocido puede ser comparado erróneamente con disquisiciones de nuestros pensadores antiguos que sí buscaban un mundo aparte no desligado del alma pero con autonomía propia suficiente como para encontrar un significado trascendente y completo de los sueños, con temática desconocida. Porque tales conclusiones extraídas de los sueños recogidos por un chamán o un presocrático dista mucho de ser científico, por mucho sentido que se les diera a los sueños de nuestros ancestros.
Las alteraciones corporales comprobadas en un aparato de medición del cerebro o los electroencefalogramas tampoco explican la matriz del problema de por qué dos y dos son cuatro o de por qué dos y dos son cinco pues hay otro elemento que cuenta pero que no nos es presentado con la debida fluidez. Quererlo todo de inmediato no justifica que el problema se encuentre al despertar pues aunque haya sueños nerviosos o un médico diagnostique una enfermedad coronaria por interpretar una serie de sueños donde la imagen del corazón aparezca con vehemencia no es una verdad objetiva que indique qué le está pasando realmente a una persona. Lo dicho ahora puede ser un síntoma y hay que ir a la raíz.
Una desconfianza procaz a la hora de investigar el aparato psíquico puesto en relación con los sueños puede fomentar un desvío hacia lo secundario o accesorio y no hallar jamás la verdad.
Si existe una concatenación causal débil entre el elemento corporal y el elemento anímico, que bien podría ser la antesala o el preludio de la investigación de la estructura de la mente, abocará a siempre más de lo mismo. Ese fue el temor de Freud, al inicio. Quizá no tuvo más remedio de fiarse de sus propios casos de histeria, de neurosis, de los traumas, manifestaciones anímicas que los envuelven y que podían llevarle al descubrimiento de otros componentes del sueño y a los mecanismos reveladores del cómo soñamos situados en otros tempos del sueño a lo largo de la noche y que jamás se le revelan al durmiente de forma espontánea.
Más allá de ello, se dedicaron a aislar lo sensitivo y lo físico aparente, limitándose a no reconocer en la investigación el motivo primario de un fenómeno, allí donde se ubica la base primigenia. Escondido, para no ser detectado pues podría producir desazón tanto al médico como al paciente. Hacía falta una penetración más profunda a la hora de encontrar una fundamentación orgánica del elemento anímico. La finalidad estaba clara, solo faltaba tiempo y dedicación. Sin negar los logros superficiales obtenidos que, por otra parte, no dejaban de ser certeros solo en cuanto a algunos aspectos reproductivos, en sueños de este tipo.
2 DE LOS APARTADOS QUE QUEDARON PENDIENTES: (4 Y 5)
4.- ¿POR QUE EL HOMBRE OLVIDA EL SUEÑO AL DESPERTARSE?
Señala Freud que la idea popular de que el sueño se desvanece al amanecer es, sencillamente, proverbial, en cualquier caso, aparentemente. Lo cierto, añade, es que sí puede ser recordado. Por algo lo conocemos o reconocemos, si lo soñamos por segunda vez, o más veces, porque lo recordamos a través de la memoria tras despertarnos.
Lo que sucede es que, haciendo honor a la verdad, lo conocemos de manera incompleta o fragmentaria pudiéndose dar saltos denotativos o connotativos. Sabemos, por otro lado, que hemos soñado trazos más largos durante la noche, aunque no solemos prestar a este hecho inamovible demasiada atención o no le damos la suficiente importancia, dado que los estímulos intensos de la vigilia nos deslumbran de tal manera que, poco a poco, y a medida que transcurre el tiempo, acabamos por olvidarlo casi por completo.
Por tanto, la percepción que nos queda es que hemos soñado, de eso sí estamos seguros, pero desconocemos lo que hemos soñado. La experiencia recurrente nos indica que es normal que lo olvidemos, sin mostrar un interés fehaciente por reproducirlo. Incluso el acto de soñar se convierte en una experiencia mecánica sobreseída. Sin mayor repercusión.
También es sabido de forma empírica, imbuida de la observación situacional, que algunos recuerdos perduran en el tiempo y no se han desvanecido. Aun cuando se trate de fragmentos o ligeras manifestaciones que solamente nos hacen sospechar. Puede ser que ni siquiera estemos atentos para escribirlos en una hoja de papel.
Señala Freud que muchos de sus pacientes recordaban sueños de hacía veinte o veinticinco años. El mismo, rememoraba escenificaciones y momentos permanentes en la memoria persistente a largo plazo, de hacía unos treinta años. Todos estos memorándums oníricos hacen entrever la oposición inicial de que se desvanecen como cuando afirma, poéticamente, que la luz puede verse deslumbrada por el Sol imponiendo éste todo su poder para olvidar los rayos lumínicos, dicho a modo de metáfora.
Strümpell es el pensador que más se ha ocupado de este asunto. Afirma que puede deberse a una concatenación de motivos, no a una cuestión unilateral.
Según este científico pueden haber varios motivos que ilustren el fenómeno del olvido:
-a) Los motivos, que ya de por sí, nos provocan olvidos en la vida despierta. Recomiendo a colación de esta causa un libro de Freud que habla muy bien de los olvidos conscientes y aprovecho la ocasión para citarlo, «Psicopatologia de la vida cotidiana. Son muy comunes y no implican el padecimiento de ninguna patología asociada a un comportamiento habitual. Pero estamos en los sueños. Aquí pueden ocurrir dos cosas: la excitación del estímulo onírico era muy baja y la fluctuación pluralizada de sensaciones y de percepciones mezcladas pueden ocasionar esta respuesta o efecto.
Por ejemplo, estoy a punto de despertarme y solo siento flotar pero apenas veo imágenes oníricas, la oscuridad o la claridad de la habitación me van deslumbrando a medida que oigo la alarma del despertador mantenida en forma de estímulo sensorial externo auditivo. Me despierto y entra un familiar alarmado por el despertador y solo recuerdo, al cabo de pocos segundos, la cara de esa persona y su voz atronadora indicando que me levante cuanto antes o que apague la alarma.
-b) Por lo demás, suele olvidarse aquello que se ha soñado una sola vez influyendo la frecuencia relativa.
El material onírico que enmarca las imágenes o visualizaciones son experiencias del efecto del sueño que suelen presentarse una única vez, por lo que esa misma experiencia parece ser un factor dirigente que promueve el olvido de casi todos los sueños, en general, según la concepción de Strümpell y de otros autores que le secundan, como Calkins.
Hay, ciertamente, una conexión o diversas asociaciones entre imágenes, ideas abstractas, conceptos, sensaciones y vivencias oníricas que las hacen polivalentes temáticamente con respecto a la mente de un soñador, si bien, existe un polisemia reconocida en la simbología onírica que la hace universal, en muchos casos. Eso puede facilitar el recuerdo pero también el olvido, porque no está clara dicha vinculación desde el punto de vista temático-colectivo, cada persona, en ese sentido, es única e indivisible.
La tendencia sobrevenida es a que dichos fragmentos asociativos se descompongan con esmerada facilidad. Sin embargo, ciertos recuerdos de lenguaje semiótico ininteligible son recordados o reproducidos más grácilmente, resultando paradójico. Ya hemos visto el problema de la estandarización de las tipologías en grupos definidos en función del material onírico o su simbología reiterativa, de aquellos sueños más comunes pero atendiendo a la consolidación de la personalista idiosincrasia del durmiente se puede entender el lenguaje volátil y la abstracción de muchos de los contenidos de los sueños. Por desorden y por particularismos especiales muy arraigados a las condiciones unilaterales. Este hecho ocurre en la mayoría de los sueños.
-c) La relación bilateral entre sueño y vida despierta. Las condiciones psíquicas ordinarias establecidas en condiciones normales provenientes de la vigilia tamizan la vida soñada, siendo en la vigilia comunes y en el sueño, aunque sostengan una analogía más o menos clara, difíciles de redescubrir porque la transformación de un mundo a otro también es una realidad pragmática observada en la casuística.
Los sueños rara vez son monotemáticos y agruparlos es tarea harto insalvable si bien existen, gracias a los estímulos de variado tipo rescoldos que allanan el camino superficial y somero que solapa el significado definitivo. Si pueden ser considerados universalmente diversificados pero no como patrón psicológico que refleje modos de actuar comportamentales. No son deterministas, lo que son es manifestaciones de problemas de fondo indistinguibles si se descomponen o fragmentan al igual que ocurre con un puzle.
La composición del sueño está hecha, precisamente, con todas las de la ley, para no ser recordada. Esa es la tendencia, una constante motivo de que los psicoanalistas encuentren detalles allí donde parece que perviva una emoción, pues esto se traduce en una motivación mas profunda de carácter psicológico. Y no se pueden establecer tipologías del contenido psicológico. Sería algo antinatural y robótico. La dispersión del sueño dificulta reconocer a los factores causales psicológicos.
Frente a la vida cotidiana solo pueden pervivir y permanecer determinados elementos del sueño, no reconocibles para establecer cánones de conducta motivacionales. Lo psíquico está enterrado bajo un pozo oscuro y mórbido. A veces, encierra todo lo más sórdido de nosotros o lo que no nos atrevemos a pensar y a sentir.
-d) Otro motivo operante y clásico por antonomasia concurre en el poco interés suscitado en el durmiente. A este respecto, se ha demostrado que los investigadores que encabezan los experimentos empíricos son quienes más recuerdan sus sueños. Porque lo hacen de forma consciente y premeditada. O porque su conciencia les prepara para ciertas novedades.
Hay una alteración común entre el sueño y la vigilia que les hace incompatibles, no se puede asumir la alteración de las facultades sensitivas o corporales al mismo tiempo que uno está preparado para vivir con estrés diario y recibe una mala noticia o queda afectado por una preocupación vital. Aunque se sueñe análogamente, cuando se produce este automatismo es poco probable el recordar un sueño llevado por la intensidad o la excitación, la sobrealteración. Freud hablaría en sus tratados sobre los traumas acerca de la censura, por extrapolación viene a ser una cosa parecida en los sueños en aquellos casos en que se produce dicha incompatibilidad entre entramados o dos mundos equidistantes. La reproducción recíproca no ha lugar.
Existe un aspecto relacionado con la superstición del durmiente. Quiere decirse que el sujeto no está seguro -y se corresponde con un mecanismo de defensa que se obtiene de la mente despierta, que se cuide de no reproducir en la realidad aquello que ha soñado y que recuerda durante la mañana pero por la tarde ya ha olvidado inconscientemente. Si bien, hay un componente de verdad para consigo mismo.
También el hombre, dicho en sentido genérico falsea la realidad onírica que él mismo cree apercibir de forma que, en muchas ocasiones, al reproducir el sueño, introduce datos que no existen o no se han dado objetivamente como material onírico. Es otra forma de olvido o confusión que implica una similitud con el olvido.
Como conclusión en forma de pregunta retórica difícil de contestar empíricamente, si nosotros o el durmiente otorga su principal fidelidad al recuerdo que es, a su vez interpretable subjetivamente, respecto de aquello que tan solo recordamos, ¿qué importancia otorgamos a aquello que se desconoce y si fuera reconocible, tal cual lo es el sueño al despertar, es el único criterio de verdad como fuente fiable todo el sueño? ¿Aun cuando lo recordásemos por completo? Esto refleja que la mente inconsciente es absolutamente independiente de la mente pensante consciente y es precisamente el sueño lo que puede imprimir un grado de objetividad mayor si olvidamos nuestra forma de buscar la fuente origen. Si tuviésemos una metodología tan exacta como las matemáticas tendríamos la solución pero no es así. Por tanto, en un futuro inmediato ha de venir el Psicoanálisis para rescatarnos de una vida incompleta durante la plena vigilia por estar huérfanos de una parte importantísima de nosotros mismos. Este considero que es el mensaje si no el más, uno de los más importantes a la hora de establecer su método de investigación.
5.- LAS PARTICULARIDADES PSICOLOGICAS DEL SUEÑO.
¿Qué es el sueño, desde el punto de vista de la consideración cientifica?
-Es el resultado de nuestra propia actividad anímica.
-No somos conscientes de la paternidad personal del sueño, como si estuviera alienado de nuestro pensamiento «he tenido un sueño».
-El material onírico se ha reproducido muchìsimas veces en la vida despierta, el sueño es como una prolongación consecuencial.
-Frente a la vida despierta, G Th. Fechner, en «Elementos de la Psicofísica» considera que el muro puesto ante nosotros de la vida consciente para comprender el sueño como reproducción y nuestra desatención del mundo exterior cuando soñamos no bastan para explicar las peculiaridades de la vida onírica. Las secuenciaciones y escenarios del sueño es totalmente diferente a la vida despierta, según este autor. Si ambos fueran lo mismo, con una naturaleza similar entonces el sueño no sería más que una continuación de la vigilia pero en más baja intensidad, debiendo de compartir su material y sus formas difusas y dismórficas.
Otros autores han preferido no tomar este solo aspecto sino remitirse a otros elementos y explicaciones más abundantes que no dejan de ser parciales y reduccionistas porque tampoco lo explican todo desde un punto de vista materialista.
Hay una corriente acerca de la inducción al sueño que indica que este material onírico no está conformado por imágenes sino por conceptos.
Por ejemplo, las alucinaciones hipnagógicas son similares a las imágenes oníricas, concepto universal de la vida. Son corrientes que aluden a otros aspectos no dilucidados hasta llegados a este punto.
Las imágenes visuales no excluyen otros elementos. Las representaciones verbales también están presentes, exactamente igual que durante la vigilia. Lo mismo que las diferentes percepciones por los cinco sentidos también pueden ser recuerdos anteriores reproducidos. Pero de otro modo.
La teoría de que los hombres no piensan sino que experimentan también está tomada en consideración. Solo cuando despierta es consciente de que lo ha soñado.
Las características esenciales de la vida onírica, según Burdach, son:
-La actividad subjetiva de nuestra alma se convierte en objetiva.
-El sueño es una supresión de la potencia propia (cierta pasividad). De aquí surgen las alucinaciones visuales que no pueden ser representadas más que por una idealización.
El mecanismo funcional del alma se comporta correctamente, no puede hacerlo de otro modo.
Mientras que el cuerpo duerme el alma piensa a través del simbolismo. Se enfrenta a sus imágenes y sensaciones al igual que en la vigilia.
Según Delboeuf no hay forma de saber la diferencia entre el mundo onírico y la realidad despierta.
Freud dice que se ha llegado a creer en sueños sus imágenes oníricas.
Una conclusión importante: las propiedades de la vida onírica derivadas de la separación del mundo exterior provocan que nos apercibamos de la extrañeza de la vida onírica.
Pierden intensidad los intereses, los deseos, las acciones humanas pertenecientes a la vida misma mientras se duerme, debido al aletargamiento de la conciencia y de la vida anímica.
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El apartado 5 también ha quedado aquí inconcluso por motivos de extensión en caracteres. Queda pendiente también terminar su desarrollo.