Tras leer esta singular y grandiosa obra clásica, habiéndolo hecho minuciosamente, he realizado un vídeo para mi nuevo canal de Youtube, –Marisa Doménech NuevoViajeaItaca-. Espero os guste la síntesis o, en todo caso, encontréis alguna utilidad o valor filosófico.
Hablo del contexto histórico y de las principales críticas adheridas al movimiento o corriente del Romanticismo, especialmente, inglés, y de las figuras ambivalentes de sus principales protagonistas, Víctor Frankenstein, y su obra, un monstruo, entre comillas, arquetipo de lo que se podría considerar un ser sin filiación ni amigos, bondadoso, por naturaleza ignota, particularismos, éstos, la bondad y el amor connatural que destila su origen primario, que se corresponden con el principio de su andadura por la vida, otorgada artificiosamente; y analizo como uno de los hilos conductores criticables la muerte de Dios, como artífice ideológico de uno de los nódulos centrales, todavía presentes en el XVIII, el siglo anterior, el del progreso y del método científico empírico. De cómo una de las críticas nodulares, precisamente, y muy de actualidad desde hace unas décadas -la falta de ética posible en un futuro, si no se establecen límites en la ciencia y la investigación genetistas o referidas al genoma humano- sigue expuesta, como paradigma, hoy en día, vinculado al dominio público y al interés directo de la Comunidad Científica, tal y como establecen algunas tesis psicoanalíticas.
Interesante libro clásico decimonónico, publicado en 1818, y uno de las más significativas novelas góticas. Arguyo este axioma literario, teniendo en consideración personal que no solo debería ser tratado dentro de las características primigenias que suscita el género de terror, sino, también, analizarlo a partir de tesis, o teorías, muchas veces, hipotéticas o probabilísticas, que no nieguen en absoluto su carácter multiversal, pudiendo llegar a establecerse como profundamente filosóficas.
Este análisis previo, visual y auditivo, va a ser ampliado, siendo, asimismo, extrapolable, a diversos criterios de investigación. No solo pretendo refutar el género literario del libro -me refiero al que está determinado en exclusividad, de forma categórica, en un principio, por el terror y el misterio, según en qué ámbitos se establezca etiológicamente, es decir, pudiendo haber sido presentado por algunos sectores interesados, o subyacentes, abocados a la tradición clásica, como una novela, tan solo pensada y elaborada para pasar el rato, si bien, incuestionada por su genialidad- sino que también pretendo recorrer el hilo conductor dirigiéndolo, pragmáticamente, hacia un significado diacrítico con respecto a algunas interpretaciones y, por añadidura, desarrollar nuevas interpretaciones mismas a los hechos, a los personajes, a las diversas configuraciones sociales, preestablecidas, estas últimas y de facto, partiendo de algunos estratos del conocimiento literario, que aunque no dejan de ser realistas y objetivas, las considero, desde mi punto de vista, reduccionistas o demasiado simplistas, esquematizadas; las nuevas conjeturas planteadas por mi análisis, contrastable, por otro lado, y hecho con la intención honesta de que no suscite una intención demasiado subjetiva de mis propias ideas, está, sin duda basado, principalmente, en la documentación pero con tesis propias y, de igual modo, estudiadas y sometidas a comparativas suficientes como para sostener una posición clara, muy en el fondo ligada a determinadas tesis científico-literarias que me han sido concedidas tras mis búsquedas, como fuentes fiables y rigurosas, muy al fondo de lo que aparentemente pueda parecer sorpresivo o, quizá, no. Advierto, además, de que podría ser, cabe la posibilidad, de que incurra en errores lógico-empíricos, pudiendo suceder que los datos que facilite a modo de conclusiones o certezas sean, de igual modo, claramente susceptibles de ser rechados o consideradas demasiado unívocos. Pido, por tanto, que cada cual, saque sus propias conclusiones de forma libre o tangencial. O bien, se documente por su propia cuenta e interés. No pretendo ser intrusista, soy consciente de que existen profesores, investigadores, psicoanalistas, catedráticos, filósofos, literatos y escritores, editores, etc, que puedan darme cien mil vueltas a mis disquisiciones, pero soy franca: me he valido de aquello que me ha parecido más científico, más epistemológico. El conocimiento, parece ser, se acumula en el tiempo y en un contexto dado, oportuno y, sin embargo, sé que existen unas normas, deontológicas, pedagógicas, empíricas y metodológicas adecuadas, que no hay que transgredir, haciendo uso de la opinión, a lo tonto y a lo loco, si lo que se pretende es efectuar una labor de acuerdo a los cánones academicistas y gnoseológicos, atendiendo a las diversas disciplinas y materias de que se trate.
¡¡AVISO PARA NAVEGANTES – IMPORTANTE!!:
He decidido editar ahora mismo la entrada para hacer, de forma pragmática, un llamamiento al estudio riguroso y detallado, al más puro estilo de la investigación basada en varias fuentes fidedignas que hagan que se puedan establecer certezas o ciertas conclusiones adscritas a la oficialidad aunque, igualmente personalistas, en algunos aspectos de naturaleza multidisciplinar, atendiendo, pues, tanto a la psicología psicoanalítica, filosófica, como también teniendo en cuenta items de trazado antropológico, social, político, cultural, e ideológico.
Os sugiero, amigos lectores, por tanto, que esperéis unas horas, quizá un día o dos, según mis cálculos de consecución de este trabajo puesto en función del tiempo cronológico por el que pueda tardar, a la hora de llevar a término este trabajo; trabajo, vinculado, también, a temas de presente actualidad científico-técnica.
Gracias. Hasta ahora.
Frankenstein o El Moderno Prometeo, de Mary W. Shelley.
Síntesis reseñística previa.
ANALISIS RESEÑISTICO EFECTUADO COMO UN AÑADIDO REFORZATORIO DEL VIDEO. EL ANALISIS DE YOUTUBE ES MAS SINOPTICO, EXPLICO UN POCO MAS LA TRAMA.
LIBRO EDICION QUE YO TENGO:
Ed. Plaza y Janés editores S.A
Presente Edición: Ediciones Orbis, S.A
Traducción y presentación: Manuel Serrat Crespo.
Mis conclusiones acerca de la presentación de este libro, de cuyo autor hago mención más arriba:
Como muchos ya sabemos, el siglo XVIII, el llamado siglo de las Luces, o de La Razón, está imbuido de una serie de características intrínsecas y sistémicas, que lo hacen único. Así como en el XVI, transición al Renacimiento en unos pocos países en Europa, sobre todo, pero en general, Renacimiento ya -en Italia podemos hablar de Quattrocento y Cinquecento, por ser la cuna de una nueva irrupción o resurgimiento de la cultura greco-latina- el XVIII, como hemos señalado, a grosso modo, concede la posibilidad de ofrecer al mundo la consolidación de muchas y variadas corrientes, algunas precedentes anteriormente, otras novedosas y que se pueden vincular directa o proporcionalmente con la llamada Revolución Industrial. Y, enmedio, la Revolución francesa -harto conocida y sobrevalorada en ambientes populares, docentes, político-sociales y academicistas- por ser una revolución gestada por la burguesía. En tanto en cuanto el nódulo central ideológico cambia de centro al surgir el Humanismo, se conecta de la concepción exclusiva de Dios como motor de la sociedad de aquel tiempo, a la idea de que el hombre es el magnificador ilustre y promotor del progreso y el avance o los avances científicos ligados al método científico, tal cual se encontraba, en pleno desarrollo. Como también sabemos, basado, primordialmente en la aplicación de los datos real concretos y formal-abstractos propios de la observación y la experimentación científica mientras tales diversas corrientes que he citado como novedosas o continuistas, abarcan grandísima parte de la idiosincrasia secular propia del XVIII. Siglo que incidimos, se enfrenta de manera frontal al ideario burgués del XIX en muchos estratos y valores.
Si nos atenemos al modo de producción circundante o transicional, según como se miren las etapas cronológicas, asistimos a la consolidación y desarrollo progresivo, cada vez menos incipiente del paso del Feudalismo al Capitalismo, tal y como lo entendemos ahora, a medida que el ideario dieciochesco avanza en el tiempo. Recordemos, retóricamente, pues es sabido, que el Capitalismo, como modo de producción, todavía subiste, representando el actual.
En el siglo XVI, también se produjo un fenómeno profundamente rupturista con muchos ítems y caracteriologías tanto políticas, como sociales, religiosas, ideológicas, antropológicas, artísticas y culturales, etcétera, denominando a un nuevo tiempo, el contemporáneo en ciernes, precursor de la Era Moderna actual. Los rasgos definitorios de la designada como Expropiación Originaria iniciada en el XVI -de la cual, se documentan especialmente, en crítica y con posterioridad, las corrientes marxistas, derivadas del Marxismo etiológico de Marx con la aparición desde su militancia en la Liga Comunista, del conocido por casi todos, Manifiesto Comunista- son, propiamente, de tipo pragmático pero también teórico: éxodo de una legión de antiguos artesanos, adscritos a una parte de la pequeña-burguesía naciente, a quienes se les expropia forzosamente las tierras, o son depauperados separándolos de su vida como siervos de la Gleba y de un señor circundando un territorio acotado y dependiente de una superestructura que se va derrumbando poco a poco. Así, tomemos en consideración al ejército defensor de las tierras del señor, muchas veces, ligados éstos a la monarquía en cuestión o a un rey, con la aristocracia desarrollándose a través de alianzas.
Continuamos viendo cómo la preservación de la propiedad privada en esa época a raíz del pago de impuestos, como lo fue el diezmo, por ejemplo, y otros tributos de tipo jurídico-legalista, herencia del antiguo derecho romano vigente, no hacían más que mantener privilegios dentro de una infraestructura estamental y con pocas posibilidades de ser transgredida a no ser por la fuerza, en primer término; o en una primera fase; o por los ajusticiamientos, si se aplicaban bajo la dirección de quien tenía el poder, contra los expropiados, como manifestante de un castigo popular y servidor del ejemplo y el escarnio público.
En dicha tesitura, es perfectamente comprensible, independientemente de tener que mostrar afinidad o no, con estas situaciones probadas, el hecho de que el naciente proletariado, incipiente, intentara defender sus derechos con atisbos de sello de clase, como mucho más tarde señalarían Marx y Engels, el segundo desde el Materialismo Dialéctico, junto a su colega, Carl Marx. Este consiguiente pensador revolucionario lo haría con una guía marxista, teórico-práctica, basada en el conocimiento científico de las leyes que hacen comprender los cambios habidos entre grupos de hombres y diferentes sociedades tipo, a lo largo de la historia, mostrando como motor de tales cambios, la lucha de clases. El objetivo se traza para ir en contra de la explotación, y no tan solo quemando las máquinas de las fábricas, perpetrados acontecimientos de una clase todavía no «para sí» y sin conciencia verdaderamente teórico-materialista.
Así pues, el materialismo histórico, marca un antes y un después, y la publicación del Manifiesto Comunista señala la antesala de la ideología comunista donde se combate la explotación del hombre por el hombre y el antagonismo de clases y se dirige hacia un objetivo marcadamente plausible, como después se comprobará en los hechos, cuando en la antigua Rusia de Lenin, el proletariado tome el poder del Estado y sus resortes, tras culminar una revolución en la que la burguesía, la clase dominante, es decir, no como clase social, sino la que detenta ese mismo poder del Estado, la burguesía monopolista, deba ceder sus intereses porque la lucha obrera haya cumplido iniciáticamente uno de sus cometidos y donde la relación capital-trabajo asalariado es transformada como núcleo amplio de diversos factores economicistas y socio-políticos e ideológicos por otra nueva en transición. Se trata de una mezcolanza de cambios profundos en las relaciones de producción y en la economía productiva, y en el desarrollo de dichas fuerzas productivas, elementos trabajados a conciencia, con el fin de alcanzar una futura superproducción que permita la igualdad de clases primero, para luego y, tras crear un estado propio, volver a crear otro nuevo con la supresión de las mismas clases como finalidad y bajo la dirección de un partido que encabece dichas transformaciones. Todo ello, con la ayuda de la clase objetivamente más interesada, el proletariado o clase obrera, con la connivencia del resto de clases. Esto permitiría que se siguiera avanzando en los mismos cambios, cada vez con mayor profundidad y conciencia ideológica, progresivamente, donde la culminación siempre anacrónica, seria llegar a una sociedad sin clases y cuya relación fuera, una vez cubiertas las necesidades de todos, la de «a cada cual según sus necesidades y de cada cual según sus capacidades».
Esta corriente ideológica posee antecedentes ya en el siglo XVIII, reconociéndosele a Jean Jacques Rousseau, la base política de la lucha contra la desigualdad. Fue él, quien, por primera vez, emplea el término acuñado de «alienación» y siendo de los primeros que criticará severamente la propiedad privada como una usurpación por la fuerza, de los lindes de un terreno ya previamente acotado y con dueño, primero bajo condiciones menos duras, una vez alejado de los hombres el Estado de Naturaleza. Para hacerlo, mucho después, mediante leyes represivas, o el ajusticiamiento, empleado, también, en otros modos de producción, como el esclavista.
No queda demostrada, pues, la relación directamente proporcional que pueda mantener la teoría o los postulados roussonianos con las críticas de Shelley en Frankenstein, una vez establecido teóricamente por parte del ginebrés, el Contrato Social, en lucha consensuada contra las convenciones, los talentos y el enriquecimiento de unos pocos a costa de otros muchos. Lo señalará en muchas de sus notas, en su tratado antropológico, bajo ese punto de vista, en «Principios y fundamentos sobre el Origen de la Desigualdad entre los hombres»; también en el Emilio o De la Educación, un refuerzo fundamental a ese pacto social que comprende a todas las partes tendente al bien común, sea, cual sea, el modelo de estado, pues su incidencia marca definitivamente una solución consensuada basada fundamentalmente, en los referendums y en la reparación, una vez constituido, bien o mal, un gobierno, desde sus bases. Porque cree en la reparaciones y en las soluciones reformistas. Para ello, habrá tenido que refutar a las artes y a las ciencias como ligamentos de las convenciones artificiosas y comparativas que fomentan la competencia, basadas en los talentos, las comparaciones de sí mismo con los demás, la falsedad de los sentimientos, la máscara que quita la virtud como iniciativa para buscar la verdad y la honestidad primarias, distinguiendo necesariamente entre derecho civil o político, entremedias el derecho social, tras un salto de desarrollo de las costumbres y las ideas, enfrentados al derecho natural, el ideal, según Rousseau. En una fase de salvajismo donde el hombre no es ni tan siquiera súbdito o pueblo, ni siquiera ciudadano y este hombre natural solo se preocupa por salvarse a sí mismo o a su familia; por cierto, ya establece en Del Contrato Social diferentes categorías, mostrando, por ejemplo, cómo el ciudadano va rompiendo el pacto suscitado por un legislador, con lo cual, se prorrumpiría en una solución acordada, aunque más injusta, dado el caso, llevándose a cabo un contrato privado donde el cuerpo político no haya sido defendido bajo un quorum efectivo para que se voten las leyes.
Como propugna positivamente, la defensa o reparación es un pacto social contractual, siempre buscando la paz y el consenso, si bien, la guerra la entiende como preservación de la patria frente a influencias extranjeras. También es capaz de alabar, a su vez, a las culturas más ancestrales y menos civilizadas o desarrolladas, afirmando que no entienden de imposturas. Siguiendo este patrón, y tras ser profundamente criticado con posterioridad por la Academia de Dijon, debido a la publicación de La desigualdad entre los hombres, organismo que ya le había otorgado un premio por el Discurso sobre las Ciencias y las Artes, con anterioridad, tales circunstancias, provocan su decrepitud pública, debiendo verse sometido al destierro marchándose de Ginebra a Francia.
Se le considera contrario a otros contractualistas como Hobbes y Locke; Diderot, por otra parte, se ensaña muchas veces con sus escritos e ideas. Con Pufendorf, creo, si no me equivoco, que comparte ciertas analogías ideológicas. Su filosofía, su centro, la de un Rousseau fuera de su tiempo, adelantado a su época, sin una metodología empírica con la que pueda establecer verdades universales o absolutas, aunque sí certezas, es la de que el hombre tiende al bien en estado de naturaleza y, son los convencionalismos y las mentiras de los sentimientos sofisticados los que pervierten al ser social. El hecho de que, una vez se toman por la fuerza, o no, las propiedades o bienes materiales, se necesitan mantener los privilegios y las riquezas de unos pocos privilegiados que han abandonado la virtud, también sucede que el esclavo es víctima de la máscara, reafirmándose en la aceptación de su propia esclavitud, por convención de otros. Tales sofismas, también en combate a los eruditos, a los poetas declamadores de lo fastuoso, a los falsos filósofos -defendió a ultranza al mismo Sócrates- será lo que le hará ser digno baluarte de la verdad y de la libertad humanas como dones, regalos que la propia naturaleza otorga, según sus convicciones, cuando el hombre los mantiene, siendo el hombre natural, salvaje, todavía inconsciente de la propiedad privada, al mismo tiempo que solo se preocupa por la hembra, los hijos, la manutención de la choza y el alimento teniendo que sortear grandes peligros (tratado antropológico con ideas que irá repitiendo a lo largo de toda su cronología historiográfica, bajo diversos puntos de vista y tomas de posición claras, que mantendrá hasta el fin de sus días, en el exilio)
DIVERSIDAD DE CORRIENTES IDEOLOGICAS Y FILOSOFICAS EN EL SIGLO XVIII, ANTITETICAS CON EL ESPIRITU ROMANTICO DECIMONONICO POSTERIOR. Y OTRAS MISMAS, A POSTERIORI, QUE EXPLICAN LA SUSTANCIA DE CIERTOS COMPORTAMIENTOS DE LOS PERSONAJES Y/O DE LA PROPIA AUTORA.
De mis fuentes en el buscador de Google, con respecto a la corriente de los científicos mecanicistas o naturalistas entiendo que el objeto de estudio es meramente determinista o repetitivo, con una metodología basada en la observación de los modelos proporcionados por las leyes matemáticas y físicas de la mecánica, por lo que baste aducir que la interpretación de los fenómenos observados y los estímulos experimentales son sometidos a las nociones de la materia y del movimiento local. Encuentro la referencia de que lo que propugna esta materia o disciplina surge ya durante el siglo XVII. Y, por añadidura, la conciencia filosófica que destila como pensamiento inductor o sistémico es bastante reduccionista, al menos, en un primer momento. Esa rigurosidad y exactitud exacerbada, queda reproducida en la materialización de hipótesis y búsqueda de resultados, repetición de pruebas dentro de un mismo proceso de investigación. El mismo, no debe de ser formulado a través de la formulación de teoremas o fórmulas matemáticas, tal y como haría Einstein, con Newton, salvando las distancias, si bien, la teoría de los átomos y la posición relativa del núcleo y el electrón serían bases oportunas para la elaboración de la Teoría de la Relatividad, desde la que se dio un salto cualitativo en cuanto al método científico, inclusivo de un tipo de ciencia materialista no basada en la percepción por los cinco sentidos o de la materia en el uso del microscopio u otros aparatos de medición. Esto es, la concepción newtoniana y de Einstein con precursores como Kepler o Galileo, sistematización más arcaica, confiere afirmaciones axiomáticas como la de que el Universo existe con independencia de la percepción humana.
Todas estas disquisiciones cientifistas, me refiero a la de los mecanicistas, casi coetáneos de Shelley, me hacen acogerme a la existencia de un descontento rupturista palpable, al menos, en el vértice literario, como contraposición, y que aducen los burgueses adinerados del diecinueve, con sus fantasmas a cuestas, ávidos de estimular el espíritu y enaltecer el alma, (el anima, y el animus) como ejemplo pragmático arquetípico definido por Carl Jung, discípulo pródigo de Freud y que él mismo explicaría teóricamente aunque desde un punto de vista empírico y una metodología experiencial. La sombra, es precisamente, otro arquetipo a colación de la divergencia paradójica o bicefálica de dos personajes claves de la obra de Frankenstein, Víctor Frankenstein y su criatura, a expensas de un dios categórico y vengativo que solo incide en el sentido moral de las cosas, incluyendo a la ciencia o a ramas de la misma, inclusivas del XVIII. El sentido moral y la rigidez como paradigmas de una verdad que no hace sino alimentar sofismas de espíritu, anímicos, que chocan con la espiritualidad sincrética o pagana.
Así como el animus o el anima, sería el lado opuesto como identidad de género que el hombre tiene con respecto a lo femenino que permanece en él, y, por tanto, transmite ser el hacedor vehicular de la relación del inconsciente colectivo y el individuo supeditado a ese inconsciente colectivo transmitido ancestralmente de generación en generación en cualquier civilización que se precie, por su parte, la sombra representa una dualidad de contrarios con respecto al arquetipo psicológico de la persona o el individuo, mostrando una ambivalencia bastante común, una doble antítesis simbiótica entre lo bueno y lo malo que tenemos, entre las funciones volitivas de hacer el bien y hacer el mal, demarcadas muchas veces por una frontera difusa.
El empirismo y el racionalismo tienen elementos análogos puestos en común como método de conocimiento o de investigación, porque buscan llegar al mismo resultado empleando su propia tangencialidad diatriba. Por ejemplo, el racionalismo se vale de la exactitud de las matemáticas y el empirismo en la asunción o adición de datos empíricos o real concretos con categorías superiores pero dependientes de la observación metódica. Puesto que el hombre viene al mundo como una tabula rasa, o lo que es lo mismo, como un libro en blanco que hay que llenar con el estudio y el razonamiento de los fenómenos observables aplicados a la experimentación.
No es extraño, pues, que el Movimiento Romántico se salga de las fronteras del raciocinio y del sentido moral. En múltiples aspectos y vertientes. Las fuentes del conocimiento como la alquimia suponen un primer paso apócrifo, más bien, para llegar a la química y a la tabla periódica. Su método era tan fantástico como un contador de historias de magia, ligado literariamente al mal, a los brujos, al misterior enconado, al tabú, al cuento, la fábula, a los mitos ancestrales.
Con lo cual la atmósfera paisajística y escénica situacional de la poesía y la narrativa romántica sean consecuencialmente mágicos y desbordantes. La imaginación y las pasiones al poder. La razón versus pasión, es un leitmotiv adecuado cuando se trata de flirtear con la muerte, los cementerios, las apariciones, lo lúgubre, la tragedia mezclada con la farsa de la vida tomada demasiado enserio. No ayudó a ello la hipocresía o la doble moral propias de una clase dejada a su suerte y con la que había topado con la máscara de las convenciones, las falsas apariencias, los intereses creados y el tener que esconder la verdad para no ser perseguido socialmente por ello en un modelo de sociedad castrante.
Ir en contra de lo utilitario, con la buena educación, con la falsa modestia, con la ocultación de los verdaderos sentimientos, con las quiméricas y rancias costumbres victorianas: haz lo que vieres pero a escondidas, es más importante sentir mientras se pueda, la vida es demasiado corta. Seguramente, Byron, Polidori y la propia Shelley tuvieran que vérselas con la censura o con la corriente dominante y atenuar más de una vez algún elemento narrativo o alguna viva imagen o huella fresca, con tal de no tener que ir a la cárcel, como Sade.
¿QUIEN FUE WILLIAM GODWIN?
Pudiera haber sido el paralelismo central que creó al monstruo de Frankenstein. El padre de Mary W. Shelley, de quien ella no adopta el apellido, tan ácrata como libertino reprimido por la composición social de una Inglaterra demasiado clasicista y clásica, no tuvo más remedio, si no, conductualmente convencido, si no, más, de repudiar a su propia hija. Muy en contra de sus postulados anarquistas o neo-anarquistas, bastante unipersonales. ¿Representa pues el verdadero padre etiológico del monstruo? ¿Fue el revulsivo que necesitó Shelley, la cual, amplió los motivos de la gestación del personaje a medida que el personaje mismo per se fue creciendo semánticamente? Hasta convertirse en el verdadero objetivo narrativo que lo acapara todo, eclipsando, no tanto a Víctor, el científico obsesionado y repleto de fuertes convicciones morales y altruistas caídas en picado, pero sí al resto de personajes que aunque no son corales más que Justine y dos o tres más, los demás, son tan benevolentes y llenos de bondad que contrastan con los objetivos de ser un mero libro de terror a tenor de la personalidad de la criatura, entre comillas diabólica si le otorgamos solamente una superficial capa de comprensión.
Si nos permitimos una visión dialéctica de las cosas, podremos abrir el corazón hacia el alma de aquellos románticos irreverentes que jugaron con su vida como queriendo emular al dios de sí mismos, aun teniendo que encontrar un final trágico para sus propias vidas.
EL RESTO, LO PODEIS ENCONTRAR EN LA WIKIPEDIA:
La reunión en Villa Diodati, en los alrededores de Ginebra, entre Polidori, Byron, el amante con el que luego se casaría Mary, Mr. Shelley, fue una noche de tormenta y oscuridad tétricas, con la pretensión de alejar los típicos cuentos de terror fantasiosos, en lugar de ello, se limitaron a imaginar, imaginar, imaginar, e imaginar, contando sin pudor historias terroríficas del folklore alemán.
Según Shelley para la gestación de su obra, «otros motivos fueron añadiéndose a los iniciales».
Espero que el vídeo donde sí explico mucho más detalladamente la sinopsis y spoilers de la trama sirva como refuerzo. Yo misma, aquí, he querido ejemplificar otros detalles de un análisis diacrítico o tangencial acerca de lo que popularmente se considera de esta magistral novela.
FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO
FUENTE: Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Frankenstein_o_el_moderno_Prometeo