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Filosofía RESEÑA

Lo que entiendo de Rousseau, siendo no tanto neófita pero sí autodidacta en filosofía. Tratado de referencia principal: Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres

PARTE PRIMERA DEL DISCURSO

El hombre en el estado de naturaleza

He extraído varias conclusiones, unas, de forma, otras de fondo, de contenido y de estructura.

Sabemos que Jean Jacques Rousseau era contractualista, al igual que Looke y Hobbes, si bien, estos últimos señalaban, a grosso modo, que el hombre era un enemigo para sí mismo y que tendía al mal. De hecho, Hobbes, dice la frase siguiente: «El hombre es un lobo para el hombre». Con eso sintetiza casi todo acerca de un paradigma de pensamiento tendente al negativismo.

Aquí dice textualmente, en la página 261 de la edición de la Editorial «Alianza Editorial» del año 1980 en su primera edición, «No vayamos sobre todo a concluir con Hobbes que por no tener ninguna idea de la bondad el hombre es naturalmente malvado, que es vicioso porque no conoce la virtud, que rehúsa siempre a sus semejantes servicios que no cree deberles ni que en virtud del derecho que con razón se atribuye a las cosas que necesita se imagina neciamente que es el único propietario de todo el Universo. Hobbes ha visto bien el defecto de todas las definiciones modernas del derecho natural». Bien. Terminado este epígrafe, quiero hacer un inciso explicativo, a mi modo de ver. Quiere decirse que el derecho natural para Rousseau es esencial. No es interpretable. No implica moral ni un juicio ético valorativo, ni razón o razonamiento. De hecho, critica a los Ilustrados del XVIII precisamente por razonar de manera atributiva o heteroatributiva, haciendo en este trozo un paralelismo con psicología para intentar entender que la filosofía no es interpretable sino un cuerpo teórico donde se estructuran ideas ordenadas y jerarquizadas respecto a un nódulo central y que presenta un método o metodología de estudio o un objeto de estudio tanto gnoseológico como también susceptible de llegar a ser epistemológico. El desconocimiento para Rousseau aquí al hablar de la bondad o de la maldad no implica o, en todo caso, el desconocimiento de la bondad del hombre primitivo en su estado natural conforme al Derecho Natural, no refiere que tenga que ser malvado por la misma regla de tres, esto es, «per se». En todo caso, deberá ser demostrado. Por lo mismo, el hombre no está exento de presentar una tendencia al bien desde la ejecución de un don natural que le es otorgado por la naturaleza no violentada ni alterada. Y, en todo caso, habría que retractar a la naturaleza y no lo que la naturaleza ha hecho del hombre.

Es muy interesante esta percepción de la bondad y de la maldad dentro del derecho natural y desde el primitivismo porque en alusión al siglo siguiente a la Ilustración, concretamente, El Origen de Las Especies y la Selección natural aparece en 1859, trabajo precursor de la ciencia o biología evolutiva, hecho que determina datos empíricos inexistentes en tiempos de Rousseau. Este tratado se escribe en 1754. Con la irrupción posterior de Darwin y la selección natural, algunas de las conjeturas o acercamientos a las certezas antropológicas se vuelven verdades incuestionadas aunque tengan que considerarse reduccionistas o parcialmente veraces desde el punto de vista Roussoniano. Otro paralelismo historicista desde el criterio ideológico de la lucha de clases de Marx y el Marxismo es desde el que se apuntalan términos como desigualdad o alienación, observados con el rigor cientifista del Materialismo Histórico en un modo de producción dado que ya no es el feudalismo propiamente dicho imbuido de una serie de condiciones objetivas y subjetivas. Y donde aparece el carácter de clase de las cosas y sus posicionamientos, su antagonismo con la explotación, etc, cuestiones que considero que comparadas con los ensayos de Rousseau son territorio inexpugnable como analogía. Lógicamente. El conocimiento se acumula y está determinado por las diferentes visiones del mundo en épocas y contextos variados. Por tanto, concluyo, de modo general, que Rousseau no tenía suficientes datos empíricos ni real concretos, ni taxonómicos, anatómicos, etc, de los animales o seres vivos ni del hombre en su evolución como especie. Tanto menos como para atribuírsele más bien, conjeturas o certezas que leyes o verdades universales, de las que existen pocas, objetivables.

El habla en todo momento del derecho natural frente al derecho civil, el hombre primitivo, natural, frente al hombre civil. En tanto en cuanto, el hombre natural, cuando se le atribuye el descubrimiento paulatino del lenguaje como vehículo catalizador de su propio y personalísimo desarrollo, ligado al progreso social, se proyecta una disyuntiva. O bien, la comunicación se establece sin ser una necesidad, esto es, de forma arbitraria, o de forma natural, salvaje, selvática o rudimentariamente instintiva, o bien, deviene la otra parte de la disyuntiva para concluir que es en la que él está parece ser, más en acuerdo cerrado, y que consiste en considerar, siendo la más certera, que la intervención como factor dirigente es la necesidad o utilidad pragmática tras la aparición del comercio y la división especifista del trabajo, más diversificamente organizada tal división. Tras el trueque o intercambio de productos, pasando por la Ruta de la Seda, o el intercambio de mercancías por mar. Este expansionismo es el que contiene a partir del cual la figura del mercader., el cual, cobra sentido aunque no financiero, sobre todo, iniciada ya la expropiación originaria, dándose fin al esclavismo y consolidando el feudalismo. Es imposible que Rousseau pueda observar el cambio en las relaciones de producción no existiendo el concepto de plusvalía, ni de explotación, con el proletariado todavía en ciernes o sin llegar a ser todavía una clase transformadora, es decir, una clase «para sí». Es por todo ello que Rousseau carecía del análisis empírico necesario y, aun con todo, hace una deducción e inducción razonada o lógico-empírica suficientemente imitativa o emuladora, estableciendo como diferenciación la moral frente a lo esencial de la naturaleza, mejor dicho, «el estado de naturaleza», con toda una serie de rasgos no reactivos ni episódicos, sino estables, sólidos, estacionales. El llega a quejarse de que el eslabón perdido no existe en investigación con sus conocimientos extemporáneos, dicho metafóricamente, dentro del evolucionismo dentro del progreso como motor de desarrollo, pues, contradictoriamente, es criticado como la principal causa o motivo del desorden social derivando en un crecimiento desigual en todo el planeta que se irá agudizando de forma progresiva, según su punto de vista, si no hay un pacto social, a través de un contrato visto por todas las partes contractuales. Según esto, yo, personalmente, lo considero un hombre justo, honrado, cabal, fiel a sus principios y argumentaciones, nada oportunistas, y aquí emito un juicio de valor basándome en lo subjetivo de su propósito, si nos atenemos a la relación o tejemos vínculos con su «Del Contrato Social», en el cual, se recogen los elementos esenciales de la teoría política de Rousseau. A punto de irrumpir la Revolución francesa perpetrada por la burguesía, fundamentalmente, como la clase dirigente.

Rousseau recurre al empirismo no metafísico pero sí idealista más tendente a la observación y razonamiento deductivo-inductivo, asociativo y al ensayo y error. Dentro de la hiperestructura de su discurso establece disyuntivas, antítesis, que luego reordena y vuelve a asociar, sumando unos términos con otros, o unas proposiciones con otras proposiciones, determinando y sobredeterminando, también dialectalmente unos conceptos con otros, que algunas veces son vueltos a negar o son vueltos a cuestionar. Llega a establecer conceptos igualitarios o categoriza de forma común en una misma familia al ciudadano, hombre, particular, soberano, etc. Son como elementos homólogos o análogos y que, sin embargo y esto se puede ver, en Del Contrato Social, gozan de un estatus o carácter propio cada uno «per se». Y establece esas analogías también en el punto de quién tiene el poder del Estado incidiendo en que una buena constitución democrática, es clave, habiendo vivido coetáneamente Rousseau un ataque a sus posiciones, muy duras por parte de, por ejemplo, Voltaire, no así tanto pensadores como Pufendorf a los que menciona en anotaciones al margen y otras notas desde el llamado Recurso de Auctoritas. Porque se desmarca de todos ellos aunque cite fragmentos de otros, también igualmente de Diderot, llegando a venerar intelectual y moralmente a Sócrates y a Platón o Aristóteles, sobre todo, la virtud o Alezeya y areté, socráticas. Así, Voltaire señala al margen «el salvaje solo es un lobo que tiene hambre». Vemos que tiene la misma posición que Hobbes y Looke, que el hombre tiende al mal. Y son contractualistas, como Rousseau.

Cuando hablábamos del eslabón de la cadena me refiero a que entiendo que se siente afectado por no haber podido observar si no es a través de los cinco sentidos y el desarrollo de entonces del método científico, cómo el hombre empieza a hablar aunque sea por necesidad dentro del derecho natural.

No refiere que tenga que ser malvado por la misma regla de tres. En todo caso, deberá ser demostrado. Por lo mismo, el hombre no está exento de presentar una tendencia al bien desde la ejecución de un don natural que le es otorgado por la naturaleza no violentada ni alterada. Y, en todo caso, habría que retractar a la naturaleza y no lo que la naturaleza ha hecho del hombre. Recupero este fragmento que pretende ser un axioma pero que Rousseau no cejará en su empeño en razonarlo de forma concienzuda.

Es muy interesante, volvemos a repetir, esta percepción de la bondad y de la maldad dentro del Derecho Natural y desde el primitivismo porque en alusión al siglo siguiente a la Ilustración, concretamente, El Origen de las especies y la selección natural aparece en 1859, trabajo precursor de la ciencia o biología evolutiva, hecho que determina datos empíricos inexistentes en tiempos de Rousseau. Este tratado se escribe en 1754, volvemos a reiterar como dato extremadamente relevante.

En todo caso, con la irrupción posterior de Darwin y la selección natural algunas de las conjeturas o acercamientosa a las certezas antropológicas se vuelven verdades incuestionadas aunque tengan que considerarse como reduccionistas o parcialmente veraces desde el punto de vista roussoniano. Otro paralelismo historicista desde el criterio ideológico de la lucha de clases de Marx y el Marxismo, como guía revolucionaria, es desde el que se apuntalan términos como desigualdad o alienación, observados con el rigor cientifista del Materialismo Histórico en un modo de producción dado que ya no es el feudalismo propiamente dicho sino el incipiente capitalismo. Y donde aparece el carácter de clase de las cosas y sus posicionamientos, su antagonismo con la explotación, etc, cuestiones que considero que, comparadas con los ensayos de Rousseau son territorio inexpugnable como analogía válida. Lógicamente. El expansionismo genera que partir de la globalización la figura del mercader cobre sentido aunque todavía no financiero en masa, sobre todo, iniciada ya la expropiación originaria, dándose fin al esclavismo y consolidando el feudalismo. Es imposible que Rousseau pueda observar el cambio en las relaciones de producción, cómo se iba gestando toda la lucha por la producción, el desarrollo de las fuerzas productivas, de conjunto y específicamente para cada gremio, o sector, no existiendo tampoco el concepto de plusvalía o plusvalor en esa etapa en la que se estaba en modo transicional dándose fin al esclavismo y consolidando el feudalismo hacia un modo nuevo de producción en gestación, ni tan siquiera el concepto de explotación, con el proletariado en ciernes todavía o sin llegar a ser una clase transformadora y prerrevolucionaria es decir, una clase «para sí». Es por todo ello, que carecía del análisis empírico necesario para extraer tesis concluyentes definitivas.

Y, aun con todo, hace una deducción e inducción razonada o lógico-empírica suficientemente imitativa o emuladora, estableciendo como diferenciación la moral frente a lo esencial de la naturaleza, mejor dicho, el estado de la naturaleza con toda una serie de rasgos no reactivos ni episódicos, sino estables, sólidos, estacionales. Dentro de la hiperestructura de su discurso establece disyuntivas, antítesis, que luego reordena y vuelve a asociar, sumando unos términos con otros, unas proposiciones con otras, dialectalmente, unos conceptos con otros que, algunas veces, son vueltos a negar, o son vueltos a cuestionar. Llega a establecer también conceptos igualitarios o categoriza de forma común, en una misma família, al ciudadano, al hombre, al particular, al soberano, al pueblo, etc. Son como elementos de los que se sustrae por comparación una cierta analogía y que, sin embargo, y esto se puede ver en «Del contrato social», gozan de un carácter o status propio, cada uno «per se». Y establece esas analogías también en el punto de quien tiene el poder del Estado incidiendo en que una buena constitución democrática, incluyendo otras formas o modelos de Estado, habiendo vivido de modo coetáneo, Rousseau, un ataque a sus posiciones a partir del premio que le otorga la Academia de Dijón, tras el Discurso de las Ciencias y de las Artes, muy duras por parte de, por ejemplo, Voltaire, no así tanto pensadores como Pufendorf, y otros, a quienes menciona, coetáneos o no, en anotaciones al margen y otras notas de revisión, valiéndose del recurso de Auctoritas. Porque se desmarca de todos ellos aun con valiosas puntualizaciones que expone y que pone en común, en acuerdo tácito muchas veces, Diderot también es igualmente mencionado. Es como si pretendiese escoger y seleccionar notas y fragmentos que le interesan, sin denostar a nadie en particular, como hicieron con él, en cambio, tantos otros ilustrados cortesanos. Como no podía ser de otra manera, habla exquisitamente de Sócrates haciendo alusión a la virtud, en griego son trazados filosóficos y de pensamiento importantísimos la alezeya y areté así como la mayéutica, sobre todo en las ágoras para enseñar a los jóvenes y al igual que Rousseau desdeña la retórica y a los sofistas vacuos. Por eso se siente tan identificado con él Rousseau. Asimismo, Voltaire, señala, en contraposición, «el salvaje solo es un lobo que tiene hambre». Vemos que tiene la misma posición que Hobbes y Looke, esto es, que el hombre tiende al mal. Y son contractualistas, como Rousseau.

Me da la sensación de que se siente afectado por no haber podido observar a través de los cinco sentidos y el desarrollo de entonces del método científico; cómo el hombre empieza a hablar, aunque sea por necesidad de interacción, porque creo que él piensa que el hombre es un ser social por naturaleza y es por ello que existe una fundamentación para tender al bien. ¿Por qué iba a tender al mal? Según a lógica algebraica, una cosa no puede ser dos idénticas, desde el materialismo dialéctico posterior, el de Marx y Engels, todo se divide en dos, una cosa se escinde en su contrario, a no ser, hechas las igualaciones, se consideren verdades universales o absolutas. Pero él establece igualdades o categorías análogas, también oposiciones y luego las analiza razonadamente, llegando a algunas conclusiones o aproximaciones. Recurre al álgebra, a las condiciones, o condicionales, luego entonces, a las tablas de la verdad desde las cuales he descubierto alguna que otra tautología, también problemas por resolver, configura relaciones de similitud y de oposición, antagonismos, dobles negaciones, proposiciones que dependen unas de varias y viceversa sobredeterminándose y determinándose entre si mismas y entre todas, si bien, considero que no llegan a leyes o tesis materialistas según las leyes de la filosofía del materialismo dialéctico posterior. Sin embargo, sí establece diversas analogías con la realidad actual y aspectos derivados y objetivables que no pueden ni deberían ser denostados. En tanto que lo que ha razonado lo ha sometido a comparación, a emulación, o a imitación, repitiendo argumentos hasta alcanzar la lógica inductiva y deductiva, utilizando la duda metódica.

Esta forma de razonamiento no es mala, plantea disquisiciones interesantes, disyunciones y varias alternativas posibles que hay que razonar argumentando o ejemplificando, no es malo en sí mismo, la cosa en sí es lo que hay que elucubrar, como diría Kant. Lo que critica Rousseau son las apariencias, el artificio en el desarrollo atributivo y calificativo, analítico, la forma en que se hacen rodeos sofisticados para eludir ir a la raíz del problema o evitar la verdad directa, desprecia de ese modo la razón ilustrada, la de las luces de su siglo, hasta llegar a la Enciclopedia. Pero se las tuvo que ver con un tribunal en Ginebra. Ridiculiza al pensamiento insuflado y el disfraz o la máscara, vocablo que repite mucho, que hace que seamos lo que los demás queremos que seamos sin mirar dentro de nosotros mismos. Somos, según él, la opinión de otros, la voluntad de otros, la tiranía de otros, incluso la belleza patrón de los demás, todo ello, carente de una lógica sencilla y sincera no elaborada, primigenia, ancestral, la que tenía el hombre en estado de naturaleza. Porque todos esos siglos y siglos de evolución no lo ha podido comprobar en todas sus sucesiones y movimientos secuenciales, ya que retroceder al pasado cronológico progresivo es harto imposible, si no se es hombre de esa época. Y, sin embargo, sus notas, discursos y tratados, los ha razonado ampliamente. Mediante ejemplos prácticos y acción-reacción, acto-consecuencia, observación y conjeturas a estudiar.

Entonces, toda esa forma de razonar no tiene más remedio que hacerla, pues él piensa que hubiera podido ser diferente si en las primeras palabras o conceptos ligados a una imagen o a una abstracción de la realidad, como lo pueda ser una mesa o, en el caso de los hombres primitivos un arma punzante o de piedra tallada, o el fuego, se hubiera podido representar gráficamente mediante signos, con la escritura o con la palabra de forma simbólica y sí directa. Dice, añade, que puede haber muchas lenguas, al principio, tantas como personas o grupos de familias, surgiendo un multilingüismo exhacerbado. Para después hacer generalizaciones, en la cuenta, a posteriori, de que ya no puede haber tanta diferenciación, entre lo genérico, lo abstracto y lo concreto. La adjetivación vendría después porque la abstracción es más profunda y requiere de más comparaciones y observación para poder clasificar y nombrar las cosas. Como las va conociendo y reconociendo progresivamente, puesto que, el conocimiento se acumula, los conceptos ligados a cada cosa, dejan de ser exclusivos y más propios de grupos de hombres, volviéndose territoriales, al mismo tiempo que aparece la división del trabajo. Cuando aparece la división del trabajo y la agricultura nos encontramos ya en otra fase de desarrollo, de un cierto progreso incipiente, de evolución, sin necesariamente tener que nombrar la nomenglatura teórica de Darwin porque aun no había nacido.

Y no olvidemos tampoco que Rousseau habla en Del contrato social de que hay varios tipos de modelo de Estado, el democrático, en una suerte de república disciplinada militarmente, por elección o sufragio, el Teocrático, el Aristocrático, o el que tiene presente a un príncipe como cargo, inevitablemente se suele pensar en la obra de Maquiavelo, que influiría un tanto, o el Monárquico y por extensión y exageración hiperbólica, esto es, el grado más alto de la corrupción que da lugar a la tiranía o al Nespotismo, según Rousseau.

El hombre tiende al bien por naturaleza

Vayamos ahondado en la idea de que el hombre tiende al bien. Porque, ¿por qué no podía ser el hombre piadoso en el estado de naturaleza precisamente por carecer de moral edulcorada, o simplemente moral, de juicio? En todo caso, siempre que se preservara a sí mismo o a los demás frente a los peligros de la naturaleza, estaría actuando bien, conforme a la piedad. Si actuara contra sí mismo y no es el caso, porque un hombre primitivo no se suicida y la tendencia natural es a huir de la muerte, ni siquiera tiene conciencia intelectual de la misma, aunque sí del riesgo o del peligro. Por eso, el instinto de supervivencia es lo que nos ha hecho sobrevenirnos y trascender por encima de otras especies animales, así como la asociación y la colectivización. Por tanto, en algunos aspectos, se considera que ha sido precursor de la antropología, económica y social, así como de la sociología en modo incipiente, no entendida como muestreos de población o estudios de campo, no había por aquel entonces condiciones de investigación, pero sí razonadamente, atribuye cosas que muchas, en la actualidad, están comprobadas.

Aquí, en esta parte del discurso, de mi edición, tenemos un ejemplo gráfico, literal, de esta dicotomía, de si el hombre tiende al bien o tiende al mal, conjeturable a través de la razón ilustrada con los datos aportables según la observación empírica de la época y en esa fase de desarrollo coyuntural del método científico:

Pag 262, El origen de la desigualdad, de ahí se extrae:

Y aunque se lo concediéramos, ¿qué se concluiría de ello? (…)…

Página anterior, (…) Queda por saber si el niño salvaje es un niño robusto. Y aunque se lo concediéramos, ¿qué se concluiría con ello? Que si cuando es robusto este hombre es tan dependiente de los demás que cuando es débil no hay clase de excesos a los que no se entregue, que no golpee a su madre cuando ésta tarde demasiado en darle el pecho, que no estrangule a alguno de sus hermanos menores cuando sea incomodado, que no muerda la pierna de los demás cuando tropiece con ella o esté enfadado pero son dos suposiciones contradictorias en el estado de naturaleza, ser robusto y dependiente. El hombre es débil cuando es dependiente y se emancipa antes de ser robusto. (…) Hobbes no ha visto que la misma causa que les impide a los salvajes usar de su razón, como pretenden nuestros jurisconsultos les impide asimismo abusar de sus facultades, como él mismo pretende. De suerte, que podría decirse que los salvajes no son precisamente malvados porque no saben lo que es ser buenos, porque no es ni el desarrollo de las luces ni el freno de la ley, sino la calma de las pasiones y la ignorancia del vicio lo que les impide obrar mal. (…)

Y dice una frase en latín que traducida significa:

«Tan provechosa es en ellos la ignorancia de los vicios como es el conocimiento de la virtud».

Cita de Justino, en Historiae, libro II, cap I, num 15, esto es, los escritos que Rousseau debió hallar en Grocio.

Vengo a extraer una aproximación conclusiva y es que Rousseau pareciera pensar que el desconocimiento no exime de que un ser primitivo o perteneciente al estado de naturaleza sea bueno o malo en función de lo que se extrae de la disyuntiva que si bueno o malo, tanto es como si no es, como por el mismo hecho del desconocimiento y de que no existe garante de precisión para razonar de forma exacta para concluir que sea bueno o malo taxativamente, se le debe de conceder el derecho a ser bueno, como una salvaguarda para permitir la posibilidad de que el hombre tienda al bien.

En la cita anterior, cuando habla de ni el desarrollo de las luces ni el freno de la ley… (…)… se refiere a que el poder civil regulado por el derecho civil, con las leyes bajo su sujeción, una vez ésta elaboradas, deben ser constituidas, como dice en el contrato social, legítimamente justas, de facto, y de entrada, porque si no se puede establecer un mal gobierno. Y en este caso cuando ya esté el gobierno mal ejecutado o mal instituido, no se puede más que culminar con un pacto social para arreglar el desaguisado, y que éste sea tendente al bien común, con lo cual, si lo trasladamos en paralelismo, al hombre del derecho natural viene a ser una parte análoga. Una nueva analogía que hago yo, interpretando, pero que él también entiendo que hace pues lo dice en Del Contrato social y lo dice en El origen y fundamentos de la desigualdad… Por tanto, si recurrimos al álgebra filosófica no se puede concluir tras premisas y conclusión que el hombre tiende al mal y tampoco que tienda al bien. Tenderá al bien en tanto en cuanto se preserva a sí mismo y preserva a los demás de su especie. Y el instinto de supervivencia, o como diría un siglo después, Darwin, partiendo de la selección natural.

Concluyo en este punto, autonómicamente, que estoy más de acuerdo con Rousseau que con cualquier coetáneo suyo, y creo que Rousseau nació en una época equivocada como para mantener tales planteamientos dada la oposición de su misma sociedad coetánea, porque no tenía datos empíricos suficientes aunque sí extraía conjeturas que podían alcanzar el grado de certezas a través del razonamiento lógico, dicho muy a grosso modo.

En el mismo punto, hay un aspecto interesantísimo a dilucidar y es cuando Rousseau afirma que el hombre tiende a la piedad dentro de su ecosistema primitivo, hierático, selvático, porque no supone ninguna contradicción conceder al hombre esa virtud natural y cuando la designa como natural es porque entiende que es innata, consustancial al hombre mismo, por nacimiento, desde sus orígenes etiológicos.

En la página 263 de esta misma edición que tengo yo, hace comparaciones no solo él sino también los otro contractualistas o pensadores de la misma época con los animales, el hombre primitivo es como una bestia, no tiene razón, no tiene juicio, no tiene moral ya que el raciocinio moral es un artífice de las leyes, de un gobierno y de un orden social concreto, estructurado y jerarquizado con un corpus de ideas ya consolidadas en consonancia a las costumbres y usos. Ahora bien, no siendo así, dentro del estado natural, se explica que la piedad, si la comparamos con el uso o no uso que puedan hacer de la misma, supone otra analogía, porque si los animales son entre ellos piadosos aun cuando les impulse el instinto, careciendo de moral, y el hombre en sus inicios ancestrales no tenía demasiada inteligencia ni abstracción hasta que se fue conformando en base al desarrollo evolutivo, sí que Rousseau y relacionado con esto, habla de la perfectibilidad y de que el hombre se perfecciona a través de los instrumentos de caza o aperos de labranza, de la manipulación de objetos. Entonces la comparación que hace Rousseau del hombre con respecto a los animales lo hace en sentido positivo, que se le otorga como un derecho, y esto es muy importante para concretar que el hombre tiende al bien. Un derecho con el que nace, como cuando nace con un genotipo o un fenotipo determinado, también, es decir, con un gen, con un genoma y con una anatomía, y puede ser colectivo porque la evolución se ha demostrado que se trata de una evolución de especie, igualmente, en función del área geográfica, con unas condiciones, unas exógenas, otras connaturales y otras de ecosistema periódico no demasiado estable orográfica y climatológicamente, muy comunes atributos para cualquier hombre en su estado evolutivo. De manera inductiva y deductiva, Rousseau, hablando sobre la piedad y el bien, afirmándose en el hecho de sufrir por los demás, deja demostrado que el humano lo hace para sobrevivir, que si un colectivo o grupo de hombres, una comuna tribal, están cooperando lo que demuestra es que el hombre necesita al hombre para vivir. Hay estudios del equipo de Atapuerca que señalan que los neandertales sobrevivieron porque estaban asociados unos con otros, para defenderse recíprocamente de los peligros, a pesar de tener unos rasgos fisiológicos vulnerables, siendo más adaptados que el australopitecus u otro homínido de estadio inferior pero más robusto.

Esa asociación natural que da al hombre garante de vida, de supervivencia y eso demuestra que el sufrimiento estaba presente frente a los accidentes y los avatares del ecosistema, de la enfermedad, etc, siendo así, si no se hubiera asociado una misma especie, no hubieran podido sobrevivir.

«Haz tú el bien para el menor mal posible para otro» (…). Frase inspirada de un pensador que dice lo haría un animal o en todo caso un hombre del estado primitivo frente a «haz con otro lo que quieras que hagan contigo». Es una argumentación esta última razonada. No se dice que la razón impida que se haga el bien, sino que se razona, que se llega a inferir un bien natural, mismo, «per se», y que no es necesario desligarlo a la ley o a las normas.

Dice textualmente Rousseau en la página 267:

(…) En una palabra, es en ese sentimiento natural más que en los argumentos útiles donde hay que buscar la causa de la repugnancia que todo hombre experimentaría en hacer el mal, independientemente, incluso de las máximas de la educación (…)

La educación proviene de una evolución intelectual, una evolución razonada, una evolución que viene de las normas que obligan a hacer el bien porque si hago el bien a los demás, también permitirá la ley que se me haga a mí. Pero no es como el estado de naturaleza establece para el hombre primitivo en cuanto a la bondad y a la piedad. Si yo me preservo a mí mismo y hago el menor daño posible a mis semejantes, los de mi especie, entonces, la especie sigue, no se extingue, se preserva. Es diferente, esta proposición es realista, no está razonada ni argumentada.

Y siguiendo este hilo hablamos de Diderot al que Rousseau nombra, acerca de este discurso:

Y viniendo a decir que en la época en que lo escribió, no tenía ninguna necesidad de Diderot ni de Grimm. Se basa en muchos de sus contemporáneos y coetáneos, también en otros pensadores de otras épocas y a pesar de que algunos le desprecien especialmente, como Voltaire, no le importa a Rousseau añadirlos en contra o a favor de su propio discurso a sabiendas de que en algunas cuestiones podría coincidir.

Concluyo reafirmándome en lo que dice Rousseau, en que la bondad es natural. La sutileza, la argumentación intelectual refinada, la razón, al igual que se narra en El discurso de las ciencias y las artes, Rousseau la critica, las artes y las ciencias, la belleza, el ornato, lo artificioso, son valores falseados porque no provienen de lo que el hombre, en esencia, podría haber pensado y aplicado si no hubiera evolucionado a través de las leyes y del sentido de propiedad.

El poder de elección diferencia tanto al hombre y al animal como al hombre justo e injusto o al hombre piadoso del impío. No lo dice textualmente pero es una conclusión que yo extraigo o una casi certeza porque estoy de acuerdo con él. El hombre puede decidir en un momento dado debido a que proviene de una taxativa asunción de las normas a las que está expuesto desde que vive en un estado conformado por unas leyes y un régimen bajo un modelo de gobierno y de estado, así como una autoridad moral que se vuelve represiva según el caso lo requiera, puede ser también la costumbre a través de la moral representada por la escuela, para quienes podían pagársela, como los patricios en la sociedad romana o las altas clases cuando la burguesía se convierte en clase dominante tras hacer su específica revolución, esto es, burguesías más elitistas o hechas a sí mismas; el aparato ideológico lo representaba también la familia, la religión, los maestros o los padres y tutores. El poder de elección bajo una ley que reprime para que el mal pueda ser menor o no se proceda a ejecutarse el mismo, se atenúe o se exima a esa persona de cometer el perjuicio a otra o a sí misma. En menor medida ocurre que se perjudique a sí misma pues siempre se suele perjudicar más a los demás, porque el hombre decide, decide bajo el razonamiento y bajo las luces, bajo la reflexión, que no deja de ser una reflexión redirigida hacia un propósito que viene de fuera de uno mismo, bajo la dominación de las altas esferas que dictaminan mediante su normativa vigente lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Eso, por una parte. Y dice, textualmente, en la pág. 266:

(…) El hombre salvaje no tiene ese admirable talento, el de elegir y falto de sabiduría (…) -(puede elegir bien también, recordemos- apunte o acotación mía- que la ley no exime del cumplimiento y de la bondad y ya es una bondad razonada, muy sofisticada, prosigo…)- (…) y de razón se le ve siempre entregarse atolondradamente a sentimiento primero de la humanidad que es universal. (…)

Es como una ley, una ley universal o verdad absoluta porque si lo aplicamos o lo extrapolamos a la universalidad total, a lo absoluto, a la generalidad más absoluta podemos ver que el hombre, en todo caso, se tiene a sí mismo y al universo. Es lo que le pasaba al hombre primitivo en el estado de naturaleza, dado que no existían normas, dado que solo tenía y mantenía el instinto en el momento, la inmediatez era su forma de lucha por la producción, y dado que no tenía un juicio moral sobre las cosas ya que no conocía la abstracción, actuaba bajo el libre albedrio natural sin desvirtuar su conciencia primitiva.

Y he cortado la primera parte de la proposición a la mitad, la textual, porque era el inicio de la misma lo que me interesaba explicar.

Luego, saltando a otro fragmento, dice:

(…) Es cierto, por tanto, que la piedad es un sentimiento natural que moderando en cada individuo la actividad del amor a si mismo concurre a la conservación mutua de toda la especie (…)

Esto es, ¿que el hombre se quiere a sí mismo? Si. Porque se siente individuo aunque no tenga la concepción intelectual de lo que es en sí un ser humano sí percibe que tiene que arriesgar su vida o bien defenderla, bien mediante la huida, bien mediante el combate, la suya y la de los suyos. Esto sucedía en un estadio de naturaleza salvaje, en un estado primitivo que Rousseau redefine como «estado de naturaleza». Por tanto, tiene el hombre primitivo esas dos opciones, pero jamás quitarse la vida, por la improductividad de ese mismo hecho en cuestión. Y tiene una piedad natural, consustancial, de nacimiento. Hemos explicado que es el caso de necesidad de esa tendencia al bien lo que asegura en un estado consuetudinario o natural que se concluya con ella y no sea posible de otra manera porque constituiría una anomalía o desviación de lo natural e inmediato.

La piedad

(…) La piedad es la que, sin reflexión, lleva el socorro a aquellos a quienes vemos sufrir. Es ella, la piedad, la que en el estado de naturaleza cede leyes de costumbres y de virtud con la ventaja de que nadie se siente tentado de desobedecer a su dulce voz (…).

No tienen capacidad en potencia, ni siquiera capacidad mínima de poder decidir sobre lo que quieren hacer porque, en primer lugar, la lucha por la producción y, en segundo lugar, la preservación de la especie, el instinto de supervivencia, hacen que sobrevivan a sí mismos y a los demás, a los que están con ellos. La educación todavía no habrá aparecido ni como concepto formulado ni como abstracción de pensamiento básico, o tal cual, como razonamiento abstracto conceptual pero sí que habrá una especie de afecto, muy primitivo, muy básico, precario, con ideas muy simples, instintivas todavía, bajo las cuales, el grupo se mantiene sin demasiadas escisiones; y por la convivencia en comunidad se garantiza también la supervivencia, no solo la cuestión de preservarse a sí mismo. Lo que repercute en sí mismo, repercute en los demás. De una forma originaria. Y es muy interesante este razonamiento porque no deja de ser cierto. Si empleamos la disyuntiva de hacer el mal o hacer el bien en ese estado de naturaleza instintiva, ¿qué gana el hombre haciéndose mal a sí mismo y a los demás? En consonancia y en consecuencia.

Son las pasiones, dice Rousseau, las que motivan que el hombre se desvíe del curso lógico de los acontecimientos y de la virtud. Es un freno saludable para los hombres porque les permite desear, les permite poseer, y aquí entramos en otro tema y voy a hacer otra comparativa pequeña: el sentimiento de propiedad. El hombre primitivo sin la división de clases no tenía propiedad privada, al menos, legitimada, legislada o judicializada. No tiene que defender un territorio, está colectivizado, la tierra, es comunal. Incluso aun cuando la agricultura aparece y la división del trabajo diversificada en grado mayor, o incipientemente más selectiva, cada uno tiene su rol y colaboran sin la existencia de la competencia.

(…) No pensaban ni siquiera en la venganza a no ser maquinalmente y de forma inmediata como el perro que muerde la piedra que se le tira, (…) como bien dice Rousseau.

(…) Es decir, el hombre actúa en defensa propia, en defensa de su territorio o en defensa de los suyos, de sus semejantes. Sus disputas raramente habrían tenido secuelas sangrientas si no hubieran tenido un tema más sensible que el alimento (…)

Porque tenemos que recordar que si no aparece el intelecto, de momento, la abstracción, la adjetivación verbal, etc, lo primero que tienen que responder es a las necesidades inmediatas de preservación de la especie y de sí mismos en su hábitat, las necesidades básicas de alimento, de mantenimiento en un habitáculo o a la intemperie pero un poco más o menos organizado como campamento o como suele llamar Rousseau cabañas; él se lo imagina así, una hiperestructura en la que no hay gobierno, tampoco anarquía porque no hay ninguna forma de gobierno posible, porque no hay derecho civil, porque no hay hombre civil todavía.

Dice textualmente: (…) Entre las pasiones que agitan el corazón del hombre hay una ardiente e impetuosa que hace un sexo necesario para el otro, pasión terrible que arrostra todos los peligros, derriba todos los obstáculos y que a sus furores parece propio para destruir al género humano que está destinada a conservar. ¿En qué se convertirán los hombres presa de esta rabia desenfrenada y brutal, sin pudor sin contención y disputándose cada día sus amores al precio de su sangre? En primer lugar, él dice que hay que convenir que cuanto más violentas son las pasiones más necesarias son las leyes para contenerlos. (…)

Eso es verdad, una gradación jurídico-penal. Cuando aparecen las polis hay un orden social establecido, muy jerarquizado y muy legitimado para gobernar por la fuerza, por la democracia, por la tiranía, en definitiva,

(…) además que los desórdenes y los crímenes que aquellas causan diariamente entre nosotros, las pasiones, muestran la insuficiencia de las leyes a este respecto pero también sería bueno examinar que estos desórdenes no han nacido con las leyes mismas porque entonces aunque fueran capaces de reprimirlos, lo menos que debería exigírseles sería que tuvieran un mal que sin ellos no existiría en modo alguno (…)

Es decir la propia ley hace que el hombre decida si puede perturbarla, si puede denostarla, si puede no cumplirla, etc, bajo pena de castigo. Eso también es muy importante porque determina la elección, y la condición, al mismo tiempo que condiciona que una persona pueda hacer el bien. Pero siempre será debido, según Rousseau, al uso de la ley, a la represión o a la desestimación o al convencimiento. Incluso la inculcación de la moral y de la virtud de una manera ilustrada y academicista. Cuando decimos academicista hablamos también de los filósofos que abogan por esta tesis de que el hombre es el progreso y tiende al mal porque es un mal en sí mismo. No puede ser, eso es una abstracción tan genérica que no explica nada. Bien puede ser porque debe de ser causal, causa-efecto, acción-reacción. Las cosas no pasan porque sí. Pasan por una causa o causalidad y si no son causales los factores serán multifactoriales, multidisciplinares en su análisis y, si no, cuestiones dialécticas, porque también existía la dialéctica metafísica y con posterioridad se forjó la dialéctica materialista de Marx y Engels. Pero éste es otro tema.

Luego dice …(…) comencemos a distinguir la moral de lo físico en el sentimiento del amor. Lo físico es ese deseo general que lleva a un sexo a unirse al otro. Lo moral es lo que determina a ese sexo y lo fija sobre un único objeto solamente (…).

Es decir la pertenencia, o la tenencia a, la posesión, dicho como una valoración desde el punto de vista moral o ético o que le da un valor más grande de energía para este objeto preferido, es decir, le otorga una cualidad sobrevalorada, según Rousseau. Ahora bien, es fácil ver que la moral del amor es un sentimiento ficticio, nacido del uso de la sociedad, al igual que la belleza cuando critica en el Discurso sobre las ciencias y las artes la belleza artificiosa, demasiado, por ejemplo, barroca, es decir, habiéndose fundado ese sentimiento sobre diversas acciones del mérito o de la belleza que un salvaje no está en condiciones de tener y sobre comparaciones que no está en situación de hacer, debe ser casi nulo para él. Es decir, no ha, no conoce no contesta, no ha. Si no existe, luego no puedo opinar; si no soy consciente y no percibo lo que está pasando, si no tengo conciencia sobre lo que sucede no puedo elegir. Tampoco puedo por mí mismo. Será una cuestión intrínseca a mi condición innata de ser y de existir, de la esencia y la existencia. Son cuestiones abstractas que no tienen regularidad y proporción a no ser que sean medidas meticulosamente efectuadas bajo los ojos y la lupa de un razonamiento extremadamente estudiado a lo largo de los siglos, es secular. El conocimiento secular y el conocimiento gnoseológico fundamentalmente, se acumulan, determinados en tiempo y lugar pero también es verdad que el conocimiento genérico o gnoseológico, no epistemológico siempre ni necesariamente, es muy común a todas las sociedades, tanto progresistas como no, de progreso o no, de desarrollo o menos desarrolladas pero todas han tenido cultura. Ahí podríamos remitirnos a Jung cuando habla de los arquetipos y el inconsciente colectivo. Todas las culturas han tenido patrones de composición cultural, simbólica, arquetípica. En cuanto a arquetipos, Jung nombra unos cuantos que identifica como analogías culturales: la sombra, el héroe, el anciano o sabio, la bruja, el anyma en femenino que engloba un amplio espectro de cosas pero es femenina aunque contiene también su aspecto o lado contrario, el masculino para designar otras. Femenina, el anyma primordialmente, como también lo es la madre Tierra. Jung le da una categoría femenina a lo que es general o genérico también, visto posiblemente como una dualidad, a veces. Esto es muy interesante porque la mujer siempre ha estado excepto en las sociedades primitivas ancestrales doblemente sometida al yugo del patriarcado ligado al posterior estado en su conformación política-ideológica, quitando el fenómeno de la matriarcalidad en el comunismo primitivo. Supeditada al hombre por la fuerza y las leyes hechas y aplicadas por los hombres en cuanto el desarrollo de las fuerzas productivas y las transformaciones acaecidas en las relaciones de producción iban agrandando la desigualdad de género a medida que se pasaba de un modo de producción a otro consiguiente. Esto lo resalto en contraste a la idea primaria de Rousseau que concebía un Estado desligado de las mujeres y pensaba tan solo en los ciudadanos, incluyendo figuras jurídico-legales como los tribunos, el magistrado, el pueblo como un ente que no está suficientemente contrapuesto a la hora de combatir la desigualdad y la opresión de un gobierno mal instaurado o déspota, en todo caso, degradado o sometido a la corrupción y al yugo de la esclavitud.

La opresión y la esclavitud

Señalar que sin la ley no es posible el progreso y que esto mismo supone un palindromo semántico, la misma causas es también consecuencia porque el progreso se mide por las comparaciones de los talentos que sobresalen y los valores refinados y sofisticados que no representan la verdad natural o directa, sincera, sencilla, diáfana, clara. Y eso es lo que critica reduciendo al máximo, Rousseau. Lo hace en sus diferentes vertientes discursivas, la antropológica, la cultural, la económica y la política e ideológica; la ciencia y las artes suponen el reflejo social de lo político del Contrato Social y la desigualdad es el contrapunto de esa búsqueda dimensionada de la libertad que no encuentra en el desarrollo y el progreso civilizado. Lo vemos en la contractualidad que cita en el pacto social y el bien común como un garante para arreglar el desaguisado de la desviación de la virtud y la conformación desaforada de las pasiones. Asimismo, en El Emilio o De la educación, explica mucho el por qué de su pensamiento y el hilo conductor de ese pensamiento lo desgrana y éste coincide, muchas veces, en diferentes estratos de la sociedad y del sistema socio-político, economicista, religioso, espiritual, idealista y también materialista desde la base de la manutención de la familia y vemos un ejemplo en su propio caso, cuando cada uno de los hijos que iba teniendo los iba entregando a un hospicio como ejemplificación de la oportunidad que se le podía presentar a ese niño desde un afecto y atención no engolada ni paternofilial, como una medida para preservar su libertad esencial, la suya, no la impuesta por ninguna figura paterna. Un ideario para la época atípico porque las críticas que hace no son tampoco excesivamente exhacerbadas, sufre el exilio y Dijon le enjuició precisamente al publicar la desigualdad entre los hombres. Antes de llegar a la Academia fue más osado, luego tuvo que retractarse de algunas cosas y rechazar las revueltas revolucionarias para usurpar el poder del tirano o del déspota sometido a calumnias entre sus coetáneos y compañeros ilustrados. El conocimiento científico también se acumula y evoluciona al igual que la cultura y el saber y sin embargo, Rousseau no supo explicar concienzudamente a falta de metodología precisa cuáles eran esos pasos progresivos que pide que cada uno de los lectores nos imaginemos hasta alcanzar desde el punto medio ideal una nueva etapa grotesca y de fracaso estrepitoso del humanismo, esto es, una segunda fase de estado de naturaleza todavía peor, donde se luchaba por la fuerza sin leitmotiv, donde había guerras, donde la patria sucumbió a las potencias extranjeras, donde un pedazo de corazón inocente y amante de lo inmediato y del solo presente, en cambio, con los siglos, se vuelve odio y opresión. Según sus creencias.

El amor y los afectos

Dice Rousseau, textualmente: (…) Limitado solo a lo físico del amor y bastante afortunados para ignorar estas preferencias que irritan el sentimiento amoroso y aumentan las dificultades, los hombres deben sentir con menor frecuencia y menor viveza los ardores del temperamento, y por consiguiente, tener ante sí disputas más raras y menos crueles. Es pues, una cosa indiscutible que el amor mismo así como todas las demás pasiones solo en esta sociedad han adquirido ese ardor impetuoso que lo hace con frecuencia tan funesto para los hombres (…)

Relacionando al hombre con los animales hace una comparativa taxonómica pero desigual en cuanto a las especies y generaliza pero también divide a los animales entre aquellos que se rigen por su ciclo biológico de manera radical y los que pueden decidir aun cuando sea muy instintivamente. Los primeros hacen alarde de ritualismo, como los combates de gallos, los que gritan, los que alardean de manera fastuosa de su celo. Y hace una observación muy importante. En primer lugar, desde el punto de vista fisiológico y biológico, genético, las hembras, precursoras de nuestra especie, en aquella época del estado de naturaleza no estaban abocadas a ningún ciclo biológico, taxativo. Si hacemos una comparativa con el hombre civil, este ardor no es ya tampoco impetuoso, ya que está regido por las reglas sociales, del gobierno y del patriarcado. En el primitivismo aun cuando hubieran entre los hombres esos combate no serían tan radicalmente desfavorables para ambos sexos. En el estado de naturaleza el amor existe pero no es un amor episódico ni reactivo. Es un amor para siempre aun cuando esa forma de manifestarse devenga luego de una revolución sincrónica de las ideas y de la fisiología. Porque al principio ocurre lo primero pero después el amor se vuelve un estado de monogamia. También es verdad, que en el estado primitivo el derecho natural implica respecto del sexo que los hombres puedan acomodarse a cualquier mujer y cuando hayan satisfecho su deseo éste se extinga radicalmente y de una manera natural. Son precisamente los problemas derivados de la regia regla jurídico-penal que suele fomentarse más en las regiones en las que existe un progreso más desarrollado y donde existen unos problemas tangenciales derivados del sentimiento de posesión, que hace estragos en la sociedad, dice Rousseau que, (…) sobre todo, en los países en que contando bastante con las costumbres los celos de los amantes y la venganza de los esposos provocan cada día duelos, asesinatos y cosas peores aun. En que el deber de una eterna fidelidad no sirve más que para originar adulterios, en que las leyes mismas de la continencia y del honor extienden necesariamente el desenfreno, y multiplican los abortos (…).

Como conclusión en la selva no existen ni industria, ni comercio, ni domicilios ni guerras porque recordemos que es una sociedad tribal primitiva basada en la cooperación, sin división de clases, sin una diversificada división del trabajo y sin reconocerse ningún cargo, no supeditada a ningún régimen, ni a ningún modelo de estado porque éste no existe. No existe la sociedad más que para la preservación de un grupo desde el punto de vista de la especie, atendiendo a las variables regionales y espaciales en el mundo. El hombre primitivo reconoce a sus hijos pues les tiene que preservar de los peligros, les tiene que dar de comer y tiene que garantizar la supervivencia de la especie con la perpetuidad. Por tanto, señala como un anexo ejemplificador que el arte parecía algo inventado, un artilugio, sofisticado, cuando aparece el progreso tal cual. Y es a través de los siglos y de esa transgresión, de esa progresión evolutiva, cultural, socioeconómica y política cuando explica y la nombra como una grosería.

(…) La especie ya era vieja y el hombre permanecía siempre niño. Si por casualidad hacía algún descubrimiento no lo podía comunicar cuando no reconocía siquiera a sus hijos. El arte perecía con el inventor (…)

Se inventaban cosas porque había una demanda porque habían medios y porque había una necesidad pero enseguida perecía, a no ser que la evolución de las costumbres y de las ideas junto con la inteligencia y el tamaño del cerebro al crecer, erguir la espalda y la perfectibilidad hicieran surgir la sofisticación y el mundo complejo, con lo cual, las ideas variaban. Había una evolución sociocultural, abstracta, intelectual, incipientemente, de manera que los inventos ya eran atribuibles, al igual que eran atribuibles los conceptos a los nombres y los nombres a los conceptos, apareciendo la adjetivización así como otros elementos comunicacionales de nexo y de interacción con los demás que facilitaban la comunicación y la comprensión y, por tanto, el progreso mismo.

Una precisión respecto de la desigualdad social: no puede haber desigualdad en tanto en cuanto el hombre difiere uno del otro en el estado primitivo, lo mínimo posible. Porque las categorías están tan estandarizadas y son tan genuinamente genéricas con las diferencias y las especificidades de cada individuo, secundarias, éstas, todavía, de momento, que se ve a sí mismo pero no reconoce a los demás, o no los distingue porque todavía no tiene conciencia profunda del yo como un ente abstracto, lo que permite que las relaciones sean de cooperación y colaboración mutua; sencillamente, porque la naturaleza lo ofrece. No tiene que razonar argumentos, no hay que pensarlos de una forma intelectual o academicista, no existe la representación abstracta de la realidad más que modo rudimentario e instintivo, se va formando poco a poco. Ya hemos visto antes en otro apartado como se forma y se forja el lenguaje comunicacional siendo colectivo, primero de manera muy específica porque, tantos hombres tantas ideas diferentes, pero luego se juntan para constituir y fundamentar generalidades y para omitir otras relaciones en cuanto los grupos se van formando siendo el núcleo primario y fundamental la familia, esto último dicho también en los primeros capítulos de Del contrato social respecto de los núcleos familiares, pilares indivisibles. Y se van diferenciando unos de otros según las áreas geográficas hablando de las ínsulas desde la etiología de las lenguas y el multilingüismo sociocultural, ya que son los que asumen con mayor utilidad o necesidad el nomadismo y los viajes por mar. Por otra parte, no hay lazos de servidumbre más que la dependencia mutua de los hombres y las necesidades recíprocas que los unen, muy simples y genéricas en los primeros estertores.

Dice Rousseau: (…) Es imposible esclavizar a un hombre sin haberle puesto propiamente en situación de no poder prescindir de otro. En caso de esclavitud cuando se den las condiciones para ello, tiene que ser que un hombre primitivo estuviera vigilando constantemente a otro porque no existía, como concepto, la autocracia ni un ser ácrata, ni anarquismo pues no existía el régimen, no existía un Estado, no existía un gobierno, no existía el derecho que regía y legislaba al hombre civil y a los particulares, puestos en analogía estos dos términos. En Del Contrato Social llegará a diferenciar por su naturaleza al ciudadano del pueblo y del hombre civil o social estableciendo oposiciones en función y basándose precisamente en las diversas naturalezas de cada categoría no pudiendo ser sumadas entre ellas como igualitarias entre sí, lo mismo que antepone otros conceptos en la nomenglatura. Todo ello frente al hombre natural. Incluso se atreve a señalar que el gobierno tiene la función de padre sin libertad natural, por convención, dado el deber que le une respecto del pueblo, los hijos, dicho como paralelismo metafórico pero que, sin embargo constituye una doble antítesis puesto que las naturalezas son distintas y no comparables para determinar la causa o las causas de la desigualdad, la esclavitud y la servidumbre del pueblo sujeto a su yugo en la figura jurídico-política que otorga la constitución de un gobierno a través de un pacto que beneficie a a todas las partes y dirimiendo que éste debe basarse en la asociación, no en la agregación, que sería como asegurar que el derecho civil, no positivo, se establece por la fuerza y que eso mismo anula la moción de ser mantenido en el tiempo hasta producirse una nueva revolución y alcanzar el estado anterior pues si no el ciudadano se someterá a un contrato o derecho privado. Una vez anulada la causa opresiva no ha lugar para la tiranía, ni siquiera la de un solo hombre frente al pueblo, categoría que está antes que un gobierno con su modelo de estado concreto. De ser así y extinguirse el opresor o tirano, se acaba todo su legado sin trascendencia pues el contrato, de facto, habría quedado anulado, ¿pues en qué beneficiaría al hombre que nace libre por derecho natural o por un don natural que otorga universalmente la propia naturaleza de la que luego sí se apropiará?.

Sin desviarnos demasiado del punto anterior a éste último, la perfectibilidad, ya mencionada, vuelve a entrar a colación puesto que son las verdaderas virtudes sociales las facultades del hombre natural determinado y sobredeterminado por la naturaleza universal, lo absolutamente válido en primera instancia. Naturaleza a la cual está supeditado con sus leyes generales. Tendría un hombre que permanecer ocioso, no trabajar ni tener en cuenta su alimento y su supervivencia para tener posibilidad de vigilar a otro y perjudicarle. Y, aún así, el otro, puede decidir combatir o huir en medio de la selva y desaparecer para siempre, dice Rousseau, en un alarde poético de pragmatismo ejemplificante.

Rousseau mantiene en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la Desigualdad entre los hombres que la desigualdad apenas es sensible, no se nota en los primeros estadios de existencia del estado de naturaleza. Y hablamos de la perfectibilidad, ahora, porque el hombre natural lo que recibe en potencia lo comparte pero, claro, haciendo una broma un poco hilarante, esto es, no puede todavía patentar lo que hace, por tanto no tiene sentido de la propiedad ni de posesión, no existe el sentido de propiedad desde la probabilidad tendente a la usurpación de las tierras o a la expropiación de las mismas aun cuando haya llegado al punto de tener que lindarlas; fundamentalmente, comparte el territorio con otros grupos de forma más o menos armónica. Si se defienden unos de otros, si hay diferentes especies en diverso grado evolutivo que comparten hábitat o se llegan a encontrar, aunque este dato concreto no lo especifica, no hay taxonomía del hombre primitivo como homínido ni restos fósiles, por ejemplo, entonces, no es ésta una cuestión a tener en cuenta, si vemos claramente por inducción y deducción cómo deben vivir los hombres primitivos.

Rousseau habla de probabilidad de conjeturas, claro, ya hemos visto que hace asociaciones, analogías, oposiciones y antagonismos antitéticos, paralelismos, ejemplificaciones, comparativas, pero aunque pudiera haber ocurrido la evolución de esta manera o de varias, admite supuestos hipotéticos, solamente por conjeturas puede decidir escoger con la que más está de acuerdo por la lógica natural, la observación, las aproximaciones en tesis e hipótesis que pueden llegar a convertirse en certezas. Y se vuelven estas conjeturas, así, de este modo, razones cuando la probabilidad y, a veces, la combinatoria de varios factores hace la posible realidad más factible de haberse producido. Se pueden extraer de la naturaleza cosas y los únicos medios que podrían exprimir la verdad son los que la naturaleza otorga en ese momento, en un tiempo presente inmediato, donde las necesidades se satisfacen al instante sin pensar en proyecciones de futuro. No podría haber otro sistema, dice Rousseau, desde el que poder obtener los mismos resultados y a sacar las mismas conclusiones. Hemos visto que los análisis empíricos son muy difíciles de efectuar desde el método científico al que con posterioridad se llega pues carecía el pensador ginebrés de los suficientes objeto formal abstractos y real concretos como para fundar una teoría o varias fundamentadas en el rigor científico fuera de la antropología incipiente que él mismo funda, a través de la razón y el análisis lógico-empírico del dieciocho.

Con respecto a la primera parte, pues el discurso se fundamenta en dos partes claramente diferenciadas sin capítulos ni epígrafes delimitativos, saca ya algunas conclusiones finales. El establece que solo puede conjeturar, que la probabilidad es en alto grado un mecanismo para poder decidir lo que más le vale pensar. Por otra parte, el método que está utilizando no puede ser otro que él critica, lo sigue diciendo, lo mantendrá, ya que no existe otro método empírico posible dadas las condiciones en las que se encuentra en ese momento el conocimiento acumulado respecto del derecho social, civil o político frente al derecho positivo o natural, para explicar todas sus tesis. Se justifica en todo momento, es un ser honorable, muy dúctil y generoso, cabal, y dice, a modo de disculpa, con toda humildad:

(…) Esto me disculpará de mis reflexiones en que la manera en que el lapso de tiempo compensa la poca verosimilitud de los acontecimientos (…).

Porque él dice que no puede tampoco refutar en hipótesis si no son aproximaciones o conjeturas, lo que él mismo ha planteado muchas veces en la forma de disyuntivas, contradicciones o paradojas, tautologías o dobles negaciones, elecciones entre supuestos diversos, o ítems, y, otras veces, en forma de probabilidad. A veces, entiende que llega a alcanzar ciertas certezas conjeturables pero que otras muchas veces no llega a confirmar del todo.

Habla ante un tribunal, la Academia de Dijon, a partir de la cual fue premiado con anterioridad su Discurso sobre las ciencias y las artes, en el momento de publicar Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1750), no fue aceptado como tratado científico, teniendo que enfrentarse a un jurado elitista. No olvidemos que también tuvo que exiliarse en un momento dado, debido a las críticas feroces de los perpetradores de sofismas, como el llamaba, de los poetas y también de otros filósofos no exentos de crítica moral por parte de Rousseau en una suerte de declaración de intenciones y de principios extemporáneos, fuera de su tiempo y del ideario del llamado siglo de la razón precisamente, esas mismas luces, que le denostaron en demasía.

Lo que es observable es que muestra una actitud defensiva y a la vez condescendiente con sus posibles errores de interpretación, por si las moscas, no atreviéndose a proponer revueltas o revoluciones armadas como legitimación de la defensa de la libertad exhonerada o frente a la opresión del Estado o contra la esclavitud del tirano como método ideológico programático. Siempre con una medida cautela en proporción a las respuestas académicas y estatales.

Su relación con dios está supeditada a la voluntad divina a la hora de conformar un gobierno justo y bien constituido, en todo caso, para arreglar la corrupción del mismo gobierno degradado por sus mismas instituciones fundacionales, deviniendo una especie de excusa, al parecer, para no ser denostado por la Ilustración más de lo que lo ha sido ya por fuentes ligadas a la corte o al gobierno en cuestión.

Y dice Rousseau para acabar la primera parte:

(…) Me basta con ofrecer estas materias a la consideración de mis jueces, me basta con haber obrado de tal suerte que los lectores vulgares no tengan deseo de considerarlos (…)

El distingue diferentes niveles de lectura y de comprensión, de conocimientos, pero siempre se dirige a los distinguidos ciudadanos de Ginebra. Pero no descarta ningún tipo de lector. Los ciudadanos es una de esas categorías que él establece y que forman parte de la jurisprudencia política, de la experiencia, en la democracia en la que él vive siempre intentando igualarse con su república ideal y disciplinadamente militar, amante de la patria. Critica, asimismo, unas luces y una razón que le han llevado a razonar, precisamente, donde pone numerosos ejemplos históricos, pues creía en los historiadores mas que en los poeta que solo adornan con palabras diáfanas y disolventes, donde coloca el recurso de auctoritas frecuentemente, tanto en boca de coetáneos como de antiguos pensadores y filósofos, otros cargos lectivos o no, emperadores, magistrados, príncipes, pueblo sufriente representado por hombres justos, según su posicionamiento de lo que considera justo, esto es, sinónimo de inocencia y sinceridad, también hablando y citando a sus detractores de los que se vale para justificar o para refutar, igualmente mentando a personajes de la mitología griega y a los propios dioses del Olimpo, en alguna ocasión determinada. Se ve obligado, en definitiva, a tener que razonar lo que piensa de forma táctica, simbólicamente, figurativamente, poéticamente, pero también de forma cientifista todo lo máximo que puede.

SEGUNDA PARTE DEL DISCURSO.

(…) El primero tras el que haber cercado un terreno se le ocurrió decir esto es mío y encontró personas lo bastante simples como para creerle fue el fundador de la sociedad civil (…)

Está hablando del sentido de propiedad, la propiedad privada, exento el argumento de toda elucubración y precursora la categoría conceptual del posterior Marxismo, si bien, ya se estaba forjando el proletariado porque ya hemos visto que habla de desigualdad, de enajenación, de opresión, de alienación, siendo el proletariado una clase en ciernes, prefectura de la clase para sí revolucionaria en la que se convertiría después tras una serie de transformaciones dentro del modo de producción gestante, tras haberse producido a partir del siglo XVI la llamada expropiación originaria. No es el sentido riguroso marxista de Carl Marx y Engels, pero sí el precursor de algunos de sus conceptos, vistos no desde la perspectiva de la lucha de clases todavía y contra la explotación.

(…) Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores le habría ahorrado al género humano quien arrancando las estacas y rellenando la zanja hubiera gritado a sus semejantes: ¡guardaos de escuchar a este impostor, estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie pero es lógico suponer que por aquel entonces las cosas habían llegado ya al punto de no poder volver como estaban (…)

Una vez constituida regiamente y de manera consolidada el Estado dentro de su forma y su modelo lo único que puede hacerse es llegar a consensos, a referéndums y no es descartable su ejecución, según su punto de vista político e ideológico y también el consabido pacto social tendente al bien común distinguiendo el derecho civil político del derecho natural. Esa división, para mí, es inconmensurable e incomparable y no se puede refutar por él mismo porque él mismo lo repite varias veces, si bien, hay muchos puntos y matizaciones, desde varios puntos de vista lo reitera, en un intento de desgranarlo y dejarlo luego más claro, de conjunto, también comparativamente hablando, desde distintos estratos del conocimiento y fuentes de riqueza; desde la economía, desde la política y la ideología, desde la antropología y el estudio de la naturaleza y la sociedad, desde la sociología incipiente, también desde el punto de vista religioso, porque muchas veces nombra a la voluntad divina como sujeto y no como objeto, como creador de la naturaleza y la universalidad y como garante del buen gobierno y sus leyes a las que él mismo no puede evitar estar supeditado, a las cuales critica como consecuencia no tanto como causa, y de las cuales toma como herramienta para poder reformar la sociedad corrompida u oprimida. Qué si no se pueden considerar reformas o modelajes o parches lo que él propone desde el idealismo materialista, por llamarlo de otra forma, ya que no hay una situación estable y tampoco hay condiciones dadas objetivas ni subjetivas para poder cambiar las cosas de otro modo. El mimo Rousseau lo reconoce fidedignamente, ante un jurado, si, luego respondiendo carta alusivas de rechazo y críticas y que después ya ni se molestará en responder, ante lo que parece una parcial resignación. Sin embargo no abanonará su empresa, su proyecto, hasta que en 1762 publique Del contrato social.

Quiero resaltar un punto interesante y clave para comprender el análisis con los datos empíricos que poseemos desde el punto de vista de las posiciones de las tesis de Rousseau en este tratado. Y es cuando él dice, textualmente:

(…) Así, aunque los hombres se hubieran vuelto menos pacientes y aunque la piedad natural se hubiera vuelto a sufrir alguna alteración este período de desarrollo de las facultades humanas manteniendo el justo medio entre la indolencia del estado primitivo y la impetuosa actividad de nuestro amor propio, debió ser la época más feliz y más durable. Cuanto más se piensa en ello más se llega a la conclusión de que ese estado era el menos sujeto a revoluciones, el mejor para el hombre y que solo debio ser ideal bajo un funesto azar que en bien de la utilidad común no hubiera debido ocurrir jamás (…)

Por ejemplo, cuestiones como utilidad, necesidad, azar, mezclándose todo, el azar y la utilidad, circunstancias imprevistas, ocasionales, etc. Pero hay un punto medio que me gustaría, como he dicho antes, resaltar. Llegados a este punto, lo que establece esta diferenciación o esta dicotomía, o esta disyuntiva, entre una proposición y otra, el Estado de la Razón unido al Estado del Derecho Natural, inocente, por atribuirle un valor cualitativo es bien claro y patente en esta diferenciación que hace Rousseau, en este fragmento que hemos señalado. Como conclusión en este punto, llegados a una fase en la que sigue sin haber propiedad propiamente dicha, valga la redundancia, la sociedad cuando ya empieza con las relaciones más profundas y complejas establecidas entre los hombres, mayormente reprogramadas u organizadas pero a la manera salvaje todavía, sin embargo, ni mucho menos como antes, al inicio incipiente del conocimiento y del desarrollo político y productivo que lleva muchos siglos, sino cuando ya estamos en una etapa intermedia, en el ecuador, por decirlo de alguna forma, exigía este escenario en los hombres primitivos cualidades diferentes de las que tenían en cuanto a su constitución como sociedad primitiva. Y habla de una introducción de una cualidad o atributo meramente sofisticada y artificiosa que es la moralidad, desde el punto de vista de Rousseau, debo de insistir. Pero siempre y cuando tengamos en cuenta que estas posiciones son de una persona que vivió en el siglo XVIII y que extrajo unas teorías, unas tesis, hipótesis, algunas veces, que solían ser conjeturas que no dejan de ser ciertas en algunos aspectos ligados a la argumentación de posiciones bastante originales y exógenas a su tiempo pero que no están exentas de errores lógico-empíricos, en algunos otros casos. Sí que es verdad que hace de la moral una interpretación intelectualizada de lo que es el bien o la bondad, y lo confronta con la piedad que, como hemos dicho anteriormente, es un don natural con el que el hombre nace y es consustancial al mismo porque se preserva, primero a sí mismo y, luego, a los suyos. Antes de llegar a este punto en la segunda parte, se habla de la formación de la familia. Muy importante también cómo es esta familia, cómo se establece el amor y las relaciones de afecto, que son progresivas, naturales y no son saltos periódicos o reactivos. Considero que tienen una armonía, un orden establecido, natural, consuetudinario porque cuando se forman las familias o grupos de hombres se van disgregando o diferenciando, cuando las diferencias aumentan, van apareciendo las convenciones relacionándolo con lo que explica en Del Contrato Social, en cuanto a proposiciones, conceptos sustitutivos de una argumentación u otra, una proposición u otra, para diferenciar lo que una familia piensa de otra, en cuanto a los objetos, también, en cuanto a los sentimientos y la abstracción, que ya va apareciendo, se diluye toda la generalidad o las generalidades que anteriormente habíamos supuesto que pertenecían al hombre como ser supeditado al Universo, a la universalidad, con leyes muy genéricas. Ahora no, ahora ya hay más especificidades, en tanto en cuanto que la familia es una herramienta fundamental para el desarrollo de los afectos, para el desarrollo de una incipiente normativa, no vamos a decir aun educación, porque la moral se forma y se va gestando a medida que se conforman nuevas ideas, el conocimiento se acumula y las ideas se van transformando con el tiempo cronológico que transcurre secularmente y con intercambio entre diferentes sujetos y grupos de hombres, atendiendo a su escalón evolutivo y área geográfica. También se desprende de aquí que hay una diferenciación no solo en Rousseau, también en Voltaire, solo que Voltaire no para de criticarlo. Hay anexos en esta edición y apuntes al margen que denostan lo que Rousseau dice en muchos puntos. Voltaire no estaba para nada de acuerdo, sino que estaba totalmente en contra y lo manifestaba con reproches muy ásperos, incluso con sarcasmos. Entonces, cabe señalar que el amor surge cuando aparece la vanidad, cuando aparecen valores y particularismos negativos, como la envidia y la competencia para, bajo las apariencias, destacar por encima de otros. Eso tiene que ser razonado, no puede ser natural, según Rousseau. Sin embargo, aun estamos en un estadio intermedio. El hombre primitivo ya hace uso en esta transicionalidad de muchos otros valores complejos, diacríticos. Aparece el recelo, la envidia, el desprecio hacia la debilidad presentada por alguien o alguienes, hace acto de presencia la competitividad o la competencia, al mismo tiempo que está aunados todos estos fenómenos o epifenómenos, todavía, con la cooperación. Recordemos que la propiedad privada es un elemento formal abstracto, no real concreto, constituye toda una categoría general, mayor, dirigente, que denota, implica, deductivamente e inductivamente también que el desarrollo del progreso avanza en consonancia a los cambios y determinadas transformaciones, más o menos, radicalmente rápidos, gradualmente más rápidos cada vez, conforme avanzan los siglos. Y es una formalización estructuralmente proporcionada. Cuando habla de grosería para señalar algunas cualidades tendentes hacia lo peyorativo o hacia agravios comparativos en costumbres y comportamientos sociales muchas veces, empleando términos que significan actuación e interacción social, junto con cualidades, atributos o valores en forma de juicios, no está diciendo que la sociedad sea grosera, sino que resulta grosero el hecho de que el hombre se desvincule paulatinamente de su estado primigenio por culpa de formarse cabañas sofisticadas, la búsqueda de aperos que solo buscan el confort y la comodidad como única razón de ser, la aparición de la agricultura, supuestamente controlada a través de nuevas tecnologías aunque rudimentarias, la colectivización de la tierra que se linda, se va separando, delimitando, el hecho de que una persona o un grupo de personas se apropien de la tierra de otros y que estos otros se supongan más débiles y que no se atrevan por la fuerza o, bajo el sometimiento, a ocupar nuevamente su expropiación o usurpación, aunque no sea una expropiación reglada por ley como en la Expropiación Originaria, aun deberán pasar para que eso suceda, cientos de años, sí que es verdad que ese hecho, porque es un hecho, evidentemente, eso se estudió, junto con la sofisticación a la hora de vivir, con comodidades y lujos, tales incidencias hacen pensar que una persona o grupo de hombres, más o menos delimitados en su territorio, consiguen nuevas adquisiciones, algunas supérfluas y no únicamente tendentes a reproducir su modo de vida y sustento, lo que tienen que trabajar dura y esforzosamente es por consolidar tales bienes que no poseen solo en usufructo, y sí para poder mantenerlas no siendo necesariamente comunales, con el objetivo de que no les sean arrebatadas. Porque aparece la competencia, como he dicho antes. Pero, igualmente y de forma mixta, existe la cooperación mútua, todavía. La división del trabajo no estaría demasiado diversificada y tampoco bajo un régimen y/o un estado y, por tanto, existe el libre albedrío y la libertad natural y consuetudinaria, de una persona o grupo de personas, o de sociedades o civilizaciones, debido a la globalización del comercio y la industria incipientes, aflorarían en continuismo mezcladas con nuevas aportaciones costumbristas, sobre todo, de tipo economicista y en cuanto al desarrollo de la lucha por la producción mucho más complejizada. Aparecen muchos cambios repentinos, otros, acomodados a la necesidad y a la utilidad, y otros, a la supervivencia pura y dura, debido a la climatología, por la orografía del terreno, por los accidentes geográficos, por las catástrofes naturales, por los robos, por la continuidad en la preservación propia y de los suyos o de los otros congéneres, ante ataques de otras bestias o de los propios hombres, etcétera. Estas comodidades suponen que la propiedad privada generada incipientemente, así como el uso y disfrute de un bien, común, en este caso, pero del que una persona o grupo de personas en un principio se hayan apropiado y otras lo hayan permitido, pues implica unos cambios que pueden derivarse hacia la evaluación de una nueva situación conforme a los riesgos y peligros que ésta entraña, para defenderse. Eso no es malo en sí mismo, señala Rousseau, eso es una cosa natural. Lo que no resulta natural es cuando avanzados los siglos y llegados hasta el punto de, por ejemplo, las conquistas de otros territorios al mismo tiempo que se establece población en ínsulas supone que ya el nomadismo interior se traslada a los viajes incluso intercontinentales. En origen, porque para evitar los peligros debe desplazarse para después, si tiene oportunidad, volver a repoblar sus antiguas tierras o recuperar sus anteriores posesiones, volviendo a reconquistar emancipadoramente. En este caso, los bárbaros o extranjeros invaden otros pueblos pero las guerras aun no dirimen una cuestión de estado. Un ejemplo lo tenemos en las polis griegas de siglos venideros o las conquistas efectuadas por el sacro Imperio Romano, admirado por Rousseau fundamentalmente en su institución originaria. Rousseau pone numerosos ejemplos gráficos a este respecto.

El amor se transforma en celos, en recelos, en posesividad al mismo tiempo que todavía existía la necesidad de una pareja estar bien porque unidos, al igual que los grupos cohesionados salvaguardaban la supervivencia de la especie y eso entre géneros también se observa al igual que en los animales a los que comparativamente se establece mediante paralelismos taxonómicos muy básicos y genéricos diferenciaciones y similitudes, entre ellos y entre ellos y los humanos.

Es muy interesante la segunda parte, está muy bien que los lectores la lean detalladamente pero los hombres empiezan a apreciarse mutuamente en cuanto las relaciones se van aproximando a través de los sentimientos y se van desligando de la exclusividad de la lucha por la producción selvática y errática. Ya es difícil ver a hombres solos. Ya no están tan dispersos unos de otros, el aumento de la demografía da un salto cualitativo, con lo cual, se produce más interacción, entre unos grupos y otros grupos diferentes que van tomando contacto con otros. Se empezó a considerar al hombre como individuo, de ahí nace la individualidad y el libre albedrío, principalmente de las comparaciones de unos con otros y también de las primeras convenciones, como lo llamaría Rousseau, un poco en consonancia con los cambios fisiológicos y genéticos propios de la selección natural, aunque Darwin lo explicaría de otra forma, de manera cientifista, y con el estudio de la anatomía comparada y una taxonomía compleja, científico-materialista. Y aun así, las analogías con lo que dice uno y otro son susceptibles de detectarse en algunos ítems y factores comunes en investigación aunque el método difiera.

El hombre no es naturalmente cruel a no ser que haya necesariamente una organización para dulcificarlo, dado que pueden haber reyertas y el hombre, como toma conciencia de sí mismo, consigue que los castigos se incrementen porque comprueba en los hechos que atenúan la agresividad del ofensor y garantizan la supervivencia del o de los ofendidos. Es un detalle muy significativo esto último porque sobreviene la razón, actuando como defensa de lo que ella misma promueve y provoca, decidiendo asi lo que está bien y lo que está mal, y que no deja de ser una convención, es decir, un convencionalismo profundo en la mentalidad complejizada del hombre globalizado.

Vamos ahora a partir de hacer una síntesis, parte por parte, más estigmatizada y reduccionista porque esta segunda parte es mucho más explícita en cuanto a la etiología u origen de la desigualdad y otros valores que da por supuestos.

(,,,) El primer hombre que acerca de un terreno se lo ocurrió decir ¡esto es mío! y encontró personas lo bastante simples como para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras y asesinatos, miserias y errores no habría ahorrado el género humano, quien arrancando las estacas o rellenando la zanja hubiera gritado a sus semejantes: guardaos de escuchar a este impostor, estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie (…)

Parafraseando la frase citada y que el mismo Rousseau parafrasea hay que considerar que está sacada en un contexto idóneo para explicar lo que vamos a decir. Voltaire es otro contractualista pero que está en contra del naturalismo positivo de Rousseau y aquí en lo que vamos a basarnos, primero, es en analizar el sentido de propiedad. Porque el sentido de propiedad en el estado de naturaleza difiere del estado de la razón. Eso, por una parte. Y, en segundo lugar, llegados ya a este punto de inflexión, referido a párrafo introductorio podemos afirmar que una idea se desarrolla evolutivamente a partir de las comparaciones y las analogías pero también a partir de profundos aprendizajes por ensayo y error, por emulación e imitación. Eso es lo que formula la psicología actualmente, efectuando, de nuevo, un paralelismo con otra materia. retrocediendo al siglo XVIII, al siglo de la Razón, es decir, que las ideas han cambiado por necesidad y utilidad pero, sobre todo y fundamentalmente porque aumenta la demografía. Lo cita en uno de los párrafos y es una de las causas aunque sea secundaria, por la necesidad de protegerse mutuamente entre los grupos diversos de hombres, bien, porque la familia llega a un estado, a una fase realmente superior, que es la aparición del amor o de los sentimientos afectivos primigenios, iniciáticos.

El primer sentimiento del hombre fue el de subsistencia. Y dice textualmente:

(…) Su primer cuidado es su conservación. En relación a los frutos de la tierra hay que precisar que hay dos claves principales para que se efectue la lucha por la producción: la industria, la agricultura, sobre todo, la metalurgia. La metalurgia y la agricultura del trigo. Y el intercambio que necesitaban los hombres que no era recíproco, ni en la combinatoria, ni en la cantidad, porque a los mejor un campesino necesitaba más hierro y un forjador de hierro necesitaba más trigo.

Esa interacción comercial, economicista, fue lo que se tradujo, principalmente, en desarrollar nuevas ideas para fortalecer y mantener los utensilios que se adquieren y si tienen que ir intercambiando, o bien, por el trueque, o bien, por algún tipo de moneda al uso de circulación legal en ese momento, si es que habia una alternativa pecuniaria. No especifica tanto otros detalles al tratarlos de poco relevantes, entiendo. Carecía de datos empírico para poder hacer un análisis certero, no es Rousseau coetáneo de Darwin, es anterior y, por tanto, no puede ser evolucionista. El hambre y el apetito como pulsión le hacían probar otras maneras de subsistir. Las pulsiones básicas, hambre, frío, necesidad de dormir, necesidad de descanso, de copular con una hembra o con un macho pues es lo que le hace que las relaciones se vayan profundizando más al tiempo que se van cambiando las ideas y desarrollándose otras nuevas, al paso de lo nuevo por lo viejo. Esta sería otra ley vista desde el materialismo dialéctico.

Cuando habla de perfectibilidad se refiere a la selección natural, que de manera obligada biológicamente, unida a la necesidad imperiosa, el hombre se perfeccionará con ella pues necesitará coger fruta de los árboles, manipular utensilios, por ejemplo lanzas, piedras, ornamentar con artificiosidad las cabañas que ya no solo son de paja sino de barro, pongamos por caso.

(…) El género humano se extendió, las penalidades se extendieron y multiplicaron con los hombres y frente a los terrenos y a los climas de las estaciones pudo forzarles a introducirlos en su manera de vivir.

Incidencias en la evolución, en las ideas y en la fisiología o la genética de los hombres o la genética de los hombres en el estado natural.

En un contexto en el que se ha llegado a un punto intermedio de desarrollo. Aquí dice:

(…) El primer sentido es preservar la existencia y luego el mantenimiento y conservación de los aperos, las adquisiciones y las sofisticaciones en la conservación de la agricultura, la división del trabajo más especificada y unos apetitos que les hacían probar unas y otras metodologías para mantener su subsistencia. Eso ya lo hemos señalado antes.

Otra característica de esta etapa intermedia es que el género humano se extendió, demográficamente hablando y otras penalidades así como que los grupos se diversificaran inexorablemente al mismo tiempo que se diversificaron los grupos; la familia sintió un apego forzoso sin haber entrado en ello la heteroatribución de emociones, hasta que la convivencia se reduce en número de miembros porque éstos se redistribuyen en grupos más pequeños, generalmente, atendiendo a los lazos de sangre interactuando unos con otros. Siguen, por supuesto, formando familias pero mucho más estables. Y aparecen sentimientos de bondad, sentimientos de amor, sentimientos de afinidad, uno con los otros, lo que les permite la perpetuidad de la especie porque se ayudan mútuamente, o bien, por la fuerza, una fuerza natural, bruta, ligada al sentido de la propiedad natural incipiente, por la cual, no se permite arrebatar la propiedad de oros sino es por la fuerza, o porque carece de esos medios que ha perdido y no puede disfrutar de ellos, con lo cual, las primeras ideas también la irrupción del orgullo. Era una fabricación de las preferencias. Orgullo y preferencia en cuestión de abstracción.

Las primeras comunicaciones fueron muy autárquicas, muy herméticas, muy reduccionistas, muchos sonidos inarticulados, muchos gestos, ruidos imitativos debieron componer durante mucho tiempo en la lengua universal a la que se unieron cada comarca algunos sonidos articulados. Dice Rousseau, textualmente:

(…) A la que se unían en cada comarca algunos sonidos articulados o convencionales como institución, como ya he dicho, que eran muy difícil de explicar. Hubo lenguas particulares pero groseras, imperfectas y semejantes, poco mas o menos, como las que tienen hoy las comunidades salvajes.

Porque el equilibrio desigual, el crecimiento desigual lo provoca, provoca la ubicación de zonas que sean vírgenes o más naturales donde el estado de salvajismo en el contexto del siglo XVII, tal y como en dicha época los ilustrados lo entendían, se notaba como una desigualdad máxima, una radical desigualdad. Entre la civilización, entre comillas, de la razón, y el estado natural, de algunas civilizaciones donde la mano del hombre todavía no había hecho mella.

Hemos hablado de las primeras manifestaciones del corazón, que proceden de la familia, de tres miembros, básicamente, el padre, la madre, y el hijo o hijos, cuya interacción trifásica hace que también se protejan entre ellos el tiempo que entren en contacto con otros grupos en una comarca determinada o en una nación. El la llama nación pero etimológicamente hablando, en ese estado arcaico, todavía no existía ese término en la acepción por todos conocida. A medida que las ideas y los sentimientos se suceden y que la mente y el corazón se ejercitan por la lucha por la producción y por la necesidad, el género humano continúa amasándose, las relaciones se extienden y se estrechan los vínculos. El llama cabaña a las ubicaciones domiciliares pero podía ser una cueva, o una casa ya más armoniosa hecha de materiales naturales o barro para que sean más perfectas y más duraderas. (…)Y tan pronto como los hombres hubieron empezado a apreciarse mutuamente y tan pronto como la idea de la consideración se formó en su espíritu, todos pretendieron tener derecho a ella y ya no fue posible que impunemente le faltase a nadie (…).

Eso permite una igualdad equitativa de todos los hombres. La desigualdad no viene de ahí, la propiedad privada incipiente, natural y consuetudinaria y desligada de las leyes porque el Estado, vuelvo a reiterar, no se había conformado y la regia ley no se había constituido más que como derecho natural, no derecho civil. Tal y como esboza el contrato social para aclarar diferenciadoramente los opuestos señalados, a nivel político y sociológico y tan solo en ese contexto situaremos al hombre social o civil.

(…) Hay que observar que la sociedad está ya iniciada y las relaciones establecidas entre los hombres lo que exige entre ellos cualidades diferentes a las que tenían en su sociedad primitiva. Se empieza a introducir conceptos abstractos como la moralidad en las relaciones humanas no por pensamiento sino por aplicación de la experiencia. Y por ser cada uno antes de las leyes único juez y vengador de las ofensas que había recibido, la bondad conveniente al puro estado de naturaleza ya no era la que convenía a la sociedad naciente (…)

Entonces, desde esa lógica oportunista raciocínica, es preciso que los castigos se volviesen más severos. Al tomar las cosas por la fuerza aunque sea para preservarse a sí mismo y a los suyos es necesario que los castigos sean taxativos y ejemplarizantes para prevenir robos, tumultos, asaltos, pillaje, etc. Pero no entra la ley taxativa sino que es un derecho coercitivo aunque en estado natural.

(…) Aunque los hombres se hubieran vuelto menos pacientes, la piedad hubiera sufrido alguna alteración pues hemos hablado ya de la piedad como sentimiento primario, con alguna alteración, este período de desarrollo de las facultades humanas manteniendo un justo medio entre la indolencia del estado primitivo y la impetuosa actividad de nuestro amor propio debió ser la época más feliz y más durable. El término y el punto intermedio en el estado natural desarrollado evolutivamente y que para Darwin se manifiesta como un larguísimo proceso ilimitado, esto es, la selección natural y la adaptación al medio, siendo los más fuertes los que permanecen frente a los más débiles y los que desarrollan más y mejor la perfectibilidad, según Rousseau pero la perfectibilidad hace que se trabajen las manos, se agrande el cerebro, que el cuerpo se yerga, el andar sea bípedo, todo ello, desde el punto de vista antropológico, haciendo otra asociación.

La división del trabajo se diversifica mucho más y entre géneros existe una influencia palpable, donde la mujer se dedica a los hijos y al mantenimiento de su ubicación o casa y el terrirorio; también ayuda en la agricultura pero es el hombre el que se dedica a cazar o a recolectar, o a la agricultura. Según son nómadas en las ínsulas o islas se nota más ese desarrollo de la perfectibilidad porque al ir de un sitio a otro cruzando el mar, el comercio se extiende. Hemos dicho antes que había dos criterios básicos y fundamentales para el desarrollo evolutivo de la interacción humana en expansión global, la aparición de la agricultura que, al principio se basaría en algo muy simple como los abrojos, los rastrojos, las hierbas, las raíces y luego ya, con la aparición del trigo y la manutención junto a la aparición de maquinaria muy sutilmente primitiva, como el arado, como la rueda, pues tales instrumentos y recursos harían posible que se extendiera, si bien, también aparecen las delimitaciones del territorio porque ya hemos dicho que aparece la propiedad privada. Primero por usufructo, por la usabilidad y el trabajo en la tierra, no por ley. Una persona que trabajaba la tierra y tenía condiciones para ello se quedaba con los frutos de su trabajo, a no ser que le fueran arrebatados por la fuerza y ahí ya los castigos entran en vigor.

Luego, dice:

(…) Es muy difícil conjeturar cómo llegaron los hombres a producir el hierro porque no es verosímil que por sí mismos hayan pensado en sacar la materia de la mina y hacer las preparaciones necesarias para darle fusión y lo que de ella resultaría (…) Por otro lado, mucho menos puede atribuir este descubrimiento a un hecho accidental. Cita tres supuestos.

El tercer supuesto afirma que podría ser debido a la irrupción de actividad volcánica. Es un ejemplo gráfico de cómo se desarrolla la división del trabajo desde el punto de vista del sector de la especialidad de dicha materia prima. El desarrollo de la materia prima como es el trigo es sumamente importante, en un principio y luego también el hierro, lo que primero manufactura desde la tierra que contiene abundancia. La combinatoria entre esos dos productos se desarrollarían las relaciones productivas y transformaciones en cuanto a las relaciones de producción, forzando a los hombres a llevar esa interacción mutua por necesidad de cooperación.

Por otro lado, se encuentra la invención de las artes, pues habla de varios temas diferentes, se cohesionan, se determinan y sobredeterminan, puede ser no exclusivamente a través de la dialéctica o quizá la relación sean gradaciones, y el método científico. Si por el ensayo y error, la imitación y la emulación de otros, viendo que había muchas cosas que practicaban otras personas, otros grupos, y que les valían a ellos también y que no habían pensado por sí mismos, a su vez.

(…) La invención de las demás artes fue, pues, necesaria, para forzar al género humano a aplicarse a la de la agricultura. Desde que hubo menester de hombres para forjar el hierro hubo menester de otros hombres para nutrir a aquellos. Se multiplica el número de obreros con menos manos para proveer la substistencia común sin que por ello hubiera menos bocas para consumir. Y como muchos necesitaban productos a cambio de su hierro los otros hallaron, por fin, en el secreto para emplear su hierro, la multiplicación de sus productos. De ahí nacieron el laboreo y, por otra, parte la necesidad de trabajar los metales para multiplicar sus usos (…)

La tierra propia de su naturaleza ya les había dado a través de los accidentes climatológicos, vulcanismo, etc. O lals minas naturales. Necesariamente esas tierras tenían que ser repartidas, una vez se reconoce la propiedad incipiente. Así pues, el derecho a la propiedad es un derecho natural en una primera instancia y las primeras reglas de justicia. Porque para dar a cada uno lo suyo es preciso que cada cual pueda tener algo. Porque sí no, no se entiende que una persona no pueda repartir algo si hay otros que carecen de ello. No sería equitativo, en ese momento. No existía una ley que restringiera el derecho de usufructo de nadie sino que el usufructo lo daba el propio trabajo y la división del mismo.

(…) Las cosas en ese estado hubieran podido permanecer iguales si todos hubieran sido iguales y si por ejemplo el uso del hierro y el consumo de alimentos hubieran estado siempre en exacto equilibrio (…)

(…) Pero existía la combinatoria y la proporción que no eran igualitarias ni equitativas y éstas pronto fueron rotas porque el más fuerte hacía mayor labor, el más diestro sacaba mayor partido de la suya y el más ingenioso hallaba medios para proveer el trabajo (…)

(…) Un campesino tenía necesidad de hierro y un trabajador metalúrgico tenía necesidad de trigo para vivir y no daban los mismos frutos las mismas equivalencias en riqueza. Trabajando lo mismo, el uno ganaba mucho mientras el otro apenas tenía para vivir (…)

Ya aparecen los primeros signos o visos de desigualdad. Es una desigualdad natural. Se despliega insensiblemente las diferencias entre los hombres desarrolladas por las circunstancias y éstas se vuelven más sensibles, más permanentes a sus efectos. Ya no son necesidades inmediatas que hay que satisfacer en ese mismo momento y luego se olvidan sino que hay que mantener lo que uno adquiere porque cada vez hay mayor sofisticación en los usos y costumbres, porque cada vez se desarrollan más las técnicas de conservación de alimentos, de utensilios, de artefactos, de cobijo de casas, etcétera. Tanto en materiales como en otros bienes derivados.

Ya distingue el primer criterio de la desigualdad, tras los ejemplos expuestos. Está superpuesto el hecho de que hayan ricos y pobres. Hace esa distinción, siendo una distinción «per se», pero no solo por sí misma sino porque hay condiciones para ello. Por ejemplo, dice Rousseau:

(…) Antes de que se hubieran inventado lo símbolos indicativos de las riquezas apenas podian éstas consistir en otra cosa que en tierras y bestias, únicos bienes reales que los hombres pueden poseer. Ahora bien, cuando las heredades se fueron incrementando en número y extensión el punto de cubrir todo el suelo y tocarse entre si, unos no pudieron agrandarse más que a expensas de otros (…)

Es decir, empieza la fuerza y la expropiación a actuar de forma más arbitraria y sin una causa clara y un efecto consecuencia del motivo. La expropiación viene por parte de los ricos, no de los pobres. Esto me parece significativo. Antes habíamos comentado según Rousseau que estábamos en el punto medio, en el que el derecho natural y el derecho civil confluyen en un punto de inflexión, desde el punto de vista de la equidad natural en el estado de naturaleza ya desarrollado, de manera incipiente pero vinculado cada vez más de forma progresiva a la razón.

(…) La sociedad naciente dió paso al más horrible estado de guerra. El género humano envilecido y desolado sin poder volver ya sobre sus pasos y renunciar a las desventuradas adquisiciones que había hecho y trabajando exclusivamente para vergüenza suya con el uso de las facultades que le honran se puso él mismo en vísperas de su ruina (…)

Y hay una frase significativa en latín que traducida es:

(…) Espantado por un mal tan nuevo, rico y miserable a la vez desea escapar a la vez y lo que había deseado lo odia (…)

Es una cita de Ovidio Publio Nason en La Metamorfosis 11, pag. 217.

Una referencia de recurso de auctoritas muy significativa porque Ovidio era un poeta romano que también fue denostado por el Estado y condenado al exilio

Luego dice que es imposible que los hombres no hayan hecho reflexiones sobre una situación tan miserable, dicho textualmente. Ni de las calamidades por las que estaban agobiados. El derecho era precario y abusivo.

Esto quiere decir que aunque las tierras se consideraban en usufructo para quien las trabajaba ya empezaba a actuar la expropiación en ciernes ya que se empezaban a lindar las tierras. Ese fue el primer paso hacia la propiedad privada vinculada a un estado intelectual de valoración de las cosas. Empiezan los pillajes, empiezan las batallas de las guerras, los lindes por los territorios y por eso se hacía impepinable que se tuviera que imponer justicia.

Vemos que en el estado de primitivismo todavía no estaba fundada la esclavitud pero sí que había incipientemente una propiedad privada, natural, consuetudinaria pero ligada a la razón cada vez más, consolidándose. Y esto me parece muy importante porque entre el derecho del más fuerte y el derecho del primer ocupante, se entiende que el primer ocupante fue el que ocupó las tierras desde el derecho natural pero luego está el derecho del más fuerte y ahí también confluyen dos antagonismos. En definitiva, no son las leyes taxativas y regias las que hacen implicarse al hombre del estado natural desnaturalizándose, alienándose sino que lo que hace la fuerza es que hace prevalecer al más fuerte y se aplica en favor del opresor. Y el que tiene más poder, al mismo tiempo, es el más rico y quiere perpetuarlas y conservarlas. No le importa el bien para los demás, no como antes donde un hombre tenía que preservarse a sí mismo y a los suyos de los desastres naturales y de cualquier peligro.

La autoridad paterna versus autoridad del estado

Una vez sobreseído el derecho natural desarrollado evolutivamente para imprimir lo que significan las consecuencias de la expropiación ligada a la propiedad privada incipiente como relación derivable y como causa-consecuencia primordial nos cogeremos el concepto o nomenglatura de la autoridad paterna en este punto en concreto.

La autoridad paterna es muy importante si hacemos un paralelismo comparativo asociando en una parte lo que el padre tiene, que son hijos con afectos y sentimientos ya desarrollados madurativamente debido a la frecuencia, la relación, la intensidad, la necesidad y porque se preservan unos a otros de los peligros. Pero aquí llegamos a este punto en que el padre tiene bienes -hemos dicho que se han lindado las tierras, se han repartido equitativamente, en un principio, más o menos, aunque haya crecimiento desigual de las riquezas, también entre condados o territorios, pero repartidas las tierras equitativamente, se ha repartido porque unos tienen y otros no tienen-. Los que no tienen se ven obligados a arrebatar tierras a otros. En este caso, cuando aparece la razón consolidándose paulatinamente, es el rico el que expropia y quita la tierra a otro, a los que tienen derecho por usufructo, ya dicho en el punto anterior porque la ley ya actúa y actúa contra el pillaje y la rapiña.

La autoridad del padre lo que significa es que ante este problema, no podemos asegurar ni confirmar que sea el origen el padre o la autoridad paterna de la propiedad privada ni del pillaje ni de la expropiación de las tierras ni de las lindes. Ni del pago de los diezmos si lo proyectamos al futuro feudalismo.

Pero, ¿cómo se asocian un elemento y otro como proposiciones antitéticas?

La autoridad moral del padre, porque se convive ya con la moralidad como atributo social y arguye pensamientos más sofisticados y abstractos, adjetivables, acciones complejas que denotan flexión verbal para juzgar los actos, y cuantificadores para enumerar cosas, imprime una obligatoriedad de preservación y manutención de sus hijos, porque hay una actitud de reciprocidad, de simbiosis, entre las partes, con roles paternofiliales que otorga la costumbre y la convención, si bien, el vínculo es afectivo en primera instancia. También influye la autoridad materna pero sin olvidar el patriarcado ligado a la forma existencial que conlleva dicha autoridad desde el sexismo. El padre es quien tiene la autoridad absoluta pero ésta no quita derechos a los hijos sino que es conciliadora y cumple con el deber y el derecho de paternidad, las herencias son de taxativa asunción; existen las herencias pero un padre le dará al hijo lo que le corresponda por equidad hasta convalidado el deber de protección que es un derecho para el hijo hasta su independencia una vez alcanzado el grado de autonomía suficiente. Por ser quien es, esto es, por sí mismo le dará la libertad que se merece, según el derecho natural. Ahí es donde se dilucida la cuestión equidistante que no es la autoridad del padre sino la del Estado la que coercitivamente dictamina que los hombres no deben quitar nada a otros hombres si no quieren sufrir el mismo cuestionamiento de la libertad infringida a través del ajusticiamiento y el castigo jurídico-penal.

Pero también hay otra contradicción que explica que el poseedor de riquezas es el sujeto dominante, quien tiene capacidad material para dirigir los procesos de dominio y de sometimiento, y cuando la forma de gobierno es de tiranía o despotismo, coexiste el grado superlativo de la opresión y la causa de esclavitud más poderosa e influyente, interviniendo salvajemente los instintos más razonados de control absoluto. Intelectualmente se decide por imposición quién tiene derecho y quién no tiene derecho a la hora de ser atribuido o no al derecho positivo en cuanto a tenencia de bienes o gananciales.

La autoridad paterna es natural y ligada directamente al amor o al afecto y la autoridad del estado, intrínsecamente vinculada por su propia naturaleza y constitución, al patriarcado y al derecho civil o político.

La libertad como un don de la naturaleza, inalienable

La alteración deviene en primer lugar, violentar la naturaleza para que actúe el derecho a la expropiación bajo las premisas de quitar la vida y la libertad desvirtuando el don mismo de la naturaleza, el más preciado. Todo derecho o derechos son dones, por tanto no hay posibilidad de resarcirlos si no es mediante leyes represivas. Primero se altera la naturaleza de las cosas, su esencia, luego se mantiene esa alteración a través de la justicia buscando un objetivo redirigido o, de otro modo, por la fuerza del rico o del poderoso; no es lo mismo un bien que se tiene por parte de padre e hijo, en herencia justa, equilibrada, armónica, o en usufructo.

(…) La diferencia será muy grande para los niños que no gozan de los bienes del padre, sino por transmisión de su derecho, los que por ser la libertad un don que reciben de la naturaleza en calidad de hombres sus padres no tienen ningún derecho para despojarlos de ella (…)

Hemos visto que las relaciones son de afecto. También de necesidad pero no es una necesidad oportunista porque el niño necesita del padre hasta que se emancipa. La emancipación era muy prematura en esos años, en muchos casos. Con posterioridad tenían la necesidad de ser mantenidos en un orfanato y muchas otras veces morían porque había una mortalidad muy elevada siendo el crecimiento desigual muy agudizado con el paso de los siglos.

En este punto, Pufendorf afirma (…) que del mismo modo que uno transfiere bienes a otros por convenciones de contratos también puede uno despojarse de su libertad en favor de alguien. El contrato social que defiende Rousseau es un contrato igualitario entre ambas partes, legitimado desde el beneficio compartido pero si el gobierno se constituye desde un principio de manera legítima es mucho más fácil cumplir las leyes incluso para un príncipe o un déspota. El déspota lo hará por la fuerza pero estará cohibido si por ejemplo, como le sucediera a Luís XIV en su edicto, inmediatamente anterior a la Revolución Francesa, dice que por ley está obligado a hacer la guerra. Es un ejemplo vivo de cómo las leyes adulteradas, primero por la violencia, luego por la adulteración en el cumplimiento de las mismas, de manera represora, provoca ese mismo acontecimiento. La propiedad privada natural en antagonismo patente, es un don, incluso en alguna ocasión nombra Rousseau el carácter divino de tal don, ya mucho más desarrollada la civilización llegando a un punto intermedio donde el círculo se cierra y todo vuelve a su estado anterior, previo a una revolución a un cambio en el modelo de estado.

(…) Además al ser el derecho de propiedad de convención humana todo hombre puede disponer de su capricho de lo que posee, más no ocurre lo mismo con los dones esenciales de la naturaleza como la vida y la libertad cuyo goce les está permitido a todos y cada uno, de manera que es más dudoso que alguien tenga derecho a despojarse (…)

Porque los dones naturales dentro del estado natural aunque esté consolidándose el desarrollo evolutivo de las ideas intelectuales y abstractas no quita ni exime del cumplimiento de la obligación de defender la vida de otro y la de sí mismo pero si entra en término la razón y el estado, ahí es cuando hablamos de otra situación, hablamos de una constitución reglada, de una herramienta fundamental para la opresión.

La magistratura

La magistratura es un rasgo estable dentro del cuerpo político y del derecho político y parece ser que tiene un cierto equilibrio como cargo electo, siendo el intermediario entre un buen gobierno y un mal gobierno o un gobierno que se ha corrompido pero, en todo caso, que ha sido electo. Es decir, según Rousseau al principio todas las magistraturas fueron electivas refiriéndose a la democracia más próxima a la tiranía o al príncipe y a pesar de ser estas las formas de gobierno menos sufragistas. O a la aristocracia o a la monarquía. También en la democracia cuando es próxima a la conformación de una república. En todas las formas posibles de gobierno. El ciudadano es un estado más elevado que el hombre, como categoría genérica o universal, en equidistancia con el súbdito que es quien se somete a la ley o a la opresión de la esclavitud, por poner el peor ejemplo pragmático posible. Aunque haya magistrados elegidos por el pueblo también es verdad que puede presentarse artimañas o facciones o divisiones, agriar partidos, formar guerras civiles, y sacrificar la hacienda de los ciudadanos en pos de las leyes. La magistratura no es ni negativa ni positiva, es un elemento intermedio vehicular que, en última instancia, confiere seguridad al gobierno o mayor seguridad porque es el intermediario entre el ciudadano, el súbdito y el estadista.

(…) Y así fue como los jefes convertidos en hereditarios se acostumbraron a mirar su magistratura como un bien de familia (…)

Es decir los privilegios. En el caso de por ejemplo los romanos el caso archiconocido de la distinción entre los patricios y los plebeyos de la antigua Roma.

(…) Y a mirarse a sí mismos como propietarios del estado del que al principio no eran más que oficiales, a llamar a sus conciudadanos sus esclavos, a contarlos como ganado en el número de cosas que les pertenecían y designarse a sí mismo como dioses y reyes de reyes (…)

Aquí hay una acotación o nota al margen que dice:

(…) Entonces las viejas frases del bien público, del interés del pueblo y de las viejas máximas del estado fueron conservadas para servir de exordio a los servicios públicos pero las que sitúan al estado en las personas sacrificaban todo el pueblo a sus menores intereses fueron magníficas mentiras para sus consejos (…)

Sí que es verdad que él propone referéndums en Del contrato social y que los consejos son bienvenidos en tanto en cuanto ambas partes guardan una reciprocidad y no siempre ocurre así porque ya no estamos en el estado de naturaleza, estamos en la razón. Y hasta aquí todo lo que puedo decir de la magistratura y sus puntos fuertes y también acerca de algunos cargos electos. Rousseau, en este tema, está convencido de que el poder corrompe.

El poder arbitrario. Amo y esclavo

(…) Si seguimos el progreso de la desigualdad en estas diferentes revoluciones encontraremos que el establecimiento de la ley y del derecho de la propiedad fue su primer mojón. La institución de la magistratura, el segundo, que el tercero y último fue el cambio de poder legítimo en poder arbitrario. De suerte que el estado rico y pobre autorizado por la primera época, el del poderoso y vil por la segunda, la tercera del amo y del esclavo, (…)

Aquí hay una jerarquía, tanto de categorizaciones como de cargos, tanto del restablecimiento del poder o del organigrama, si bien, el último grado de la desigualdad, según afirma Roussseau, término que conduce inevitablemente al de los demás si las revoluciones se disuelven en ese gobierno o acercan a la institución legítima.

Se refiere a amo y esclavo. En última instancia, amo y esclavo, esa dualidad, es consecuencia de la degradación, de la desigualdad, ya hemos visto los principios que establecen la desigualdad, principios no en su connotación positiva, sino como componentes. Luego dice:

(…) Para comprender la necesidad de este progreso hay que considerar menos los motivos del establecimiento del cuerpo político que la forma que adopta en su disposiciones, en su ejecución y los inconvenientes que entraña consigo (…)

Es decir, él piensa que son los vicios y las pasiones que vuelven necesarias las instituciones sociales para establecer un derecho civil que sea taxativo, regulado mediante la justicia o el ajusticiamiento para regir normas sociales a las que se ajusten por la fuerza o por la ley, en tanto en cuanto la ley, en última instancia, se adueña de la razón y estas mismas instituciones sociales son las mismas que se vuelven reacias a cortar con el abuso, puesto que el origen está determinado por la relación causa-consecuencia, acción-reacción. Y sigue diciendo:

(…) Y como consecuencia existen degradaciones de ideas y sentimientos, como las alteraciones de la piedad, silogismo que ya hemos visto en anteriores partes respecto de la fuerza, el abuso y el sometimiento sin conciencia del apoyo que se le presta o la aceptación misma de la esclavitud para un esclavo, quien no piensa que es precisamente la pérdida de la libertad que le es arrebatada un derecho como también lo es el don de vivir. Dones y derechos son injustamente y arbitrariamente dirimidos porel poder del más fuerte o poderoso. Son éstas menos fuertes que las pasiones, imprimiendo virulencia y alteraciones estas últimas, así como los vicios, contrarios a la virtud y a la piedad. Implican degradaciones de sensaciones y de sentimientos, que contienen a los hombres sin cambiarlos, por eso arguye que sería fácil probar que todo gobierno que sin corromperse en el tránsito y según el fin de la institución, dicho gobierno, habría sido instituido innecesariamente. Eso significa, según sus planteamientos, que el propio objetivo de la institución daña a la propia institución porque es innecesario y sí artificioso, es idealista y metafísico no revelarse contra sus postulados. Un país que cumpliera las leyes y no abusara de la magistratura no tendría necesidad ni de magistrados ni de leyes. La propia constitución del estado y de la ley, del gobierno, de sus componendas, de sus consecuencias no sería necesario por sí mismo, asumirlas, porque por sí mismo no hacen falta ni de magistrados ni de leyes, siendo que un anciano se corrompe antes y no es garante de sabiduría en un cargo o en un consejo. La resultante es que el estado de naturaleza es el comprobante y el garante, el justificante que desde el punto de vista de la antropología de Rousseau, social y económica, sirve para dirimir que es el estado primigenio del hombre la esencia de su origen y de su devenir verdadero. Y el progreso lleva a las pasiones inevitablemente y a la ejecución del vicio en todas sus formas, también políticas y sociales. Las constituciones políticas llevan necesariamente distinciones civiles porque lo político y lo civil no puede ir desligado. El hombre civil es un hombre civilizado y apasionado porque es intelectualmente formado por el propio estado. Al crecer la desigualdad entre el pueblo y sus jefes se hace sentir entre los particulares convenciones particulares, esto es, privadas determinadas según las pasiones. Podríamos equiparar a los particulares como ciudadanos que ya toman conciencia de si quieren ser sometidos, si quieren someter a otros si pueden y tienen posibilidades, les han quitado sus posesiones, considerando ellos mismos que no es justo que lo hayan hecho pero sin desmerecer el yugo que les ata a la servidumbre o a la esclavitud porque aquí la educación entraña razón y luces, las de la época que les instruye. Por eso, les hacen pagar a los demás, muchas veces, sirviendo del ojo por ojo o manipulando la ley o tergiversando con propaganda del estado. Eso es una ciudadano cautivo de sus propias cadenas, que se convierte en particular y firma no un contrato social tendente al bien común y al bien general sino un contrato que se transforma en un pacto privado. Según los talentos y las circunstancias esta arbitrariedad dirige procesos, de incertidumbre y asombro, inicial. El magistrado no podría usurpar un poder legítimo porque está obligado a ceder una parte del mismo porque el cuerpo político, idealmente, es un todo. El magistrado siempre tiene que ceder parte de lo que tiene, y el político más hábil no podría someter a hombres que solo quieren ser libres. La libertad es un don del estado primitivo, se origina ahí por nacimiento. Y la autoridad se hace inevitable entre los particulares. La autoridad puede ser despótica, puede ser reglamentada, o puede ser, de todos modos, tanto en ambas partes, tanto en una como en otra, particular o súbdito y legislador con cargo, justificada. Porque tan pronto reunidos en una misma sociedad se ven obligados a compararse entre sí y a tener en cuenta las diferencias que haya en el uso continuo que unos tienen que hacer de otros. Al mismo tiempo que en el estado primitivo unos hombres daban a otros ayuda y afecto porque unas ideas eran comparadas con otras y diversas categorías, abstractas o no eran comparadas y estudiadas, y eran imitadas siendo un estado consuetudinario y natural. Era bonito y el hombre se sentía parte de la naturaleza, se satisfacía de forma inmediata, era feliz en su presente acotado. Porque tomaban de la naturaleza solo lo que ésta les daba. El crecimiento desigual lo que provocaba era que cronológicamente con cambios pausados se incrementara la desigualdad como en proyección geométrica a medida que la distancia con el estado natural se volvía más remotamente lejana.

La desigualdad

Según Rousseau hay cuatro tipos de desigualdad, básicamente. Y que las diferencias que hay entre unos hombres y otros son de diversas clases. Sin embargo y fundamentalmente, hay cuatro.

Las comparaciones entre sí suelen tender a equiparar la nobleza con el rango, el poder y el mérito personal. Son estas cuatro. Y la sociedad se mide por esas distinciones, valoraciones o cualidades atributivas, que también son heteroatribuibles, es decir, se pueden hacer comparaciones con respecto a los demás y uno mismo se compara con uno mismo.

Pero la clave principal para fundar esas comparaciones, razonadas, exógenas al interior sincero de uno mismo, estando fuera de la verdadera conciencia porque la riqueza es la inmediatamente con ella se pueden comprar bienes y derechos. La primera y primordial, la base de todas, son las cualidades personales, los valores con los que los demás nos ven. O con los cuales nos vemos a nosotros mismos reflejados en los otros porque hacemos comparativas, no olvidemos a las sociedades desarrolladas y la competencia.

Conclusiones finales

Ahora bien, los talentos y las fuerzas no son malos en sí mismos, pero cuando llegan al argumento de la intelectualidad, razonada, reflexionada, y ampliamente atribuible a otras categorías nuevas o nacientes se repite el mismo procesos. Entonces, tenemos una multiplicidad de factores y de categorías a tener en cuenta cada vez mayor, porque las relaciones se estrechan, la demograía aumenta, los grupos de hombres se reunen y conocen en mayor profundidad, aparece la industria, se va ésta diversificando más con un cualitativo y cuantitativo efecto por la división del trabajo, y que influye de modo paulatino, dejamos atrás el trueque, se valorarán con una unidad de medida el valor de las mercancías, el mundo se va globalizando cada vez más por los transportes y el invento de la máquina de vapor, por ejemplo.

Ahora hablamos del punto medio en que el ciclo, la rueda termina otra vez desde donde empezó pero con degradación profunda y se basa en que hemos llegado a como estábamos pero sin vivir en el estado de naturaleza. Hemos llegado a estar donde estamos, desde el razonamiento más puro, desde la ilustración del cerebro y de la mente y las luces del conocimiento sutil y a la vez agigantado en su incremento de datos, ítems y problemas a resolver.

Todos estos detalles comparativos y analogías serían por sí solo la materia de una obra considerable si tuviéramos que estudiarla al detalle pero dice Rousseau que hay una parte que nos perdemos, muy amplia, y es por el desarrollo progresivo y gradual no identificable, al haber guerras y crecimiento desigual que abocan a grandes revoluciones disolviendo lo que de anterior había. Así, no podemos cuantificar ni delimitar la historia misma, ni sus contextos ni modos de producción si utilizamos la lógica deductiva e inductiva, junto a la propia observación de los acontecimientos. No podemos analizarlo al detalle milimétrico ni cualitativa ni cuantitativamente. Carecemos de esos datos empíricos que muchas veces borra el olvido por el paso del tiempo. Y que muy pocos libros y documentos reflejan en comparación al desarrollo evolutivo general. No existían los estudios psicosociales o de campo, de manera comparada ni había los suficientes estudios historicistas para ampliar sociológicamente la suma de datos relevantes y también reveladores.

Considera el autor que es en tanto en cuanto lícito por la fuerza, lo que lo igualaría todo, se llegaría a estar en el estado natural pero sin serlo, lo mismo que un príncipe puede ser despojado de su categorización o de su rango, lo mismo que a un pobre se le puede despojar de su casa porque estamos hablando del mismo valor, la fuerza como tal, pero no en un estado primigenio, natural, bonito, idealizado en esencia y por su esencia, un estado natural «per se» como es el estado primitivo, el estado de naturaleza. Por contra, estamos hablando de un estado en el que, de manera intermedia, ya entra la razón, ya entran las razones, ya entran los vicios, ya entran las elucubraciones morales y más degradantes, así como las comparaciones odiosas porque ponen por igual a todo el mundo para hacer esas comparativas y no hay que olvidar que los ricos son los que tienen el poder de poder comprar todo lo que consideren con un arma tan poderosa como es el dinero o el metálico, el oro o las especies, lo que se utilizara en ese época como medida de valor. Para comprar voluntades, también y solo para comprar bienes materiales en segundo lugar.

(…) Del seno del deseo de órdenes y revoluciones (…) -del despotismo pasamos a la democracia de la democracia al despotismo, pasamos luego a una aristocracia, luego a una república, y esos desórdenes, al mismo tiempo son revoluciones en el sentido de que ha habido cambios en los modos de producción fundamentales, más frecuentemente, en el modelo de estado. Lo dice más poéticamente, pero se refiere a eso-.

Al tener el yugo de la voluntad de tener que obedecer al amo pierden la libertad al igual que los particulares que no pueden decidir con su libre albedrío porque es un albedrío razonado, impuesto, intelectualizado según el estado y las leyes, que son restrictivas de derechos o son represivas en muchos múltiples casos.

Escribe el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), anteriormente, y habla de la belleza, de los valores humanos, por antonomasia, diferentes de los animales pero que de manera refinada, culturizada. Entonces, hace esas comparaciones comprendiendo que el hombre salvaje y el hombre civilizado son muy diferentes, de corazón y por las emociones que uno siente, llegando a decir con el ejemplo de la ataraxia y los estoicos que ni siquiera el hombre primitivo llega a ser equiparado a un estoico; nadie es alexitímico, no es verdad, porque tendría que hacer un esfuerzo para no tener esas emociones como hacen los estoicos con el razonamiento o la universalización del razonamiento. Aquí hay que estudiar a los estoicos y el Estoicismo para comprender a los estoicos.

El hombre primitivo lo que quiere es permanecer sin trabajar, ocioso, solo esforzarse por la necesidad y la utilidad, no para buscar riqueza ni poder sino para preservar la especie, a los suyos y a sí mismo. A los grupos humanos a los que pertenece así como mantener las pocas posesiones que ya de manera progresiva hemos visto antes que se van convirtiendo en artificiosas y tendentes a la comodidad y al lujo, inflando cosas que no necesita para vivir. Cosas que no son de primera necesidad y es capaz por sus valoraciones, llegados al punto de la abstracción más refinada, de valorar tanto seas rico como seas pobre, y de colocarse al mismo nivel en cuanto a la moral. El hombre puede dejarse arrastrar por la esclavitud por considerarla un bien que no puede eximir a cambio de salvar la vida, otro don ancestral natural, en tanto en cuanto ha aceptado el sistema al que pertenece forzosamente o puede derrocar o intentarlo, al esclavista. Pero siempre sintiendo que pierde la libertad primigenia en un pulso tan desigual como perverso. El hombre de la naturaleza tenía la libertad sin necesidad de negociación y menos de exigirla. Eso es lo que nos quiere decir Rousseau.

Las leyes si sirven a un propósito no será éste para formular para lo que estaban hechas sino para obtener un beneficio o los privilegios y para ello, otros, no deben de tener nada más que la opción de obedecer. Una ley mal constituida está mal constituida pero una ley bien constituida es susceptible de ser corrompida aunque sea por tan solo un único hombre que regente el poder del estado. Porque ya es una ley que se ha puesto para evitar lo que, en definitiva, no se puede evitar porque es inevitable. Tenemos una gran tautología. Pondrá remedio o lo intentará en Del contrato social a través de un contrato pactado. La alienación, que es la desnaturalización del hombre lo utilizará Marx a partir del Marxismo y de inicio en su militancia de base en la Liga Comunista que luego se llamará de otro modo, englobando yaparte de sus tesis científico-materialistas.

Todas las virtudes del hombre y la piedad se encuentran desnaturalizadas en el estado de la razón, degradadas incluso en un punto de término medio del estado de naturaleza previo a las luces del siglo XVIII.

Cuando se habla de amor, de amistad y de virtud y hasta de los mismos vicios, valorados indistintamente como buenos o como malos según el rasero de medir y quién gobierne y cómo.

Siempre esa autorreflexión que él busca la encuentra solamente bajo tratados empíricos, observación y experiencia y estudios sociales precursores de la sociología, muy escuetos desde el punto de vista científico, básicos en las estadísticas, pero sí que es verdad que, según dice él, «he tratado de exponer el origen de la desigualdad, el establecimiento y el abuso de las políticas pueden deducirse de la naturaleza y del hombre con las solas luces de la razón».

El utiliza la razón al igual que critica la razón, como en un bucle, porque no puede hacer otra cosa.

El era calvinista, posteriormente, abjura del calvinismo para convertirse al catolicismo para abjurar también del catolicismo intentando crear un dogma bastante personal de la cosmovisión que estudia de dios. Su concepción de dios es un tanto unipersonal, unívoca.

La mala utilización de la virtud y de las posiciones, no habiendo llegado a un origen etiológico demasiado riguroso no mienten a la conciencia colectiva.

Se saben muchas cosas cuando se lee El Emilio o De la educación para comprender por qué ha escrito los tratados principales.

Nunca llega a tener una guía específica científico-materialista que no se base únicamente en la investigación empírica y en la observación experiencial consistente en una serie de datos sometidos al análisis algebraico y que va asociando de múltiples maneras.

Yo considero que Rousseau es muy interesante y los filósofos, profesores, estudiantes universitarios, historiadores, investigadores… que si tengan un conocimiento epistemológico de Rousseau, me podrán dar cien mil vueltas a mis apreciaciones pero yo he querido con este estudio esbozar como piensa un neófito o autodidacta, para reflejar cómo piensa desde mi visión personal y que contendrá muchos errores, una persona que no comprenda Rousseau en toda su magnitud, la que realmente merece y que no es un especialista ni un experto en el tema. Así puedo llegar a más gente de las dos vertientes, expertos y conocedores y los que se quedan o mantienen a un nivel intermedio o bajo. Siempre teniendo en cuenta que hay muchas más fuentes fiables a las que recurrir para obtener verdadera información academicista y reglada, veraz e interesante.

Espero, no obstante lo dicho, que al lector que me lea le guste o pueda optar por seleccionar algo que le interese.

Muchas gracias.

RESUMEN DE LA ENTRADA EN YOUTUBE, EN MI NUEVO CANAL:https://www.youtube.com/watch?v=zvy5uzi5zZU
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Por Marisa Doménech Castillo

Soy bloguera, youtuber, y escritora. Me gustan la psicología y los libros de autoayuda.

2 respuestas a «Lo que entiendo de Rousseau, siendo no tanto neófita pero sí autodidacta en filosofía. Tratado de referencia principal: Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres»

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